CON UN PAR

Noruega, durante la Segunda Guerra Mundial, dio una lección al mundo cuando, habiendo las autoridades hitlerianas dado orden de que los judíos residentes en Noruega luciesen la Cruz de David en la solapa para ser fácilmente identificados, todos los noruegos prendieron la Estrella, empezando por el propio Rey y toda la familia real.

Hoy vuelve Noruega a dar otra lección de dignidad, seriedad y ejemplo para quien así lo quiera interpretar: prohibió a Arabia Saudita financiar la construcción de mezquitas en suelo noruego en tanto no permitan la construcción de iglesias en su país. Si no hay iglesias en Arabia Saudita, no habrá mezquitas en Noruega. El gobierno de Noruega ha realizado una maniobra llena de coraje, a la hora de defender la libertad de Europa frente al totalitarismo islámico.

Según Jones Gahr Stor, ministro de Asuntos Exteriores noruego, “las comunidades religiosas tiene derecho a recibir ayuda financiera pero el gobierno noruego, excepcionalmente y por razones obvias, no aceptará la millonaria financiación islámica”. Prosigue con que “sería una paradoja y anti-natural aceptar esas fuentes de financiación de un país donde no existe libertad religiosa”, recordando la prohibición que existe en esos países árabes para la construcción de iglesias de otras religiones.

Afirma el ministro que Noruega llevará este asunto al Consejo de Europa, donde defenderá esta decisión de su gobierno, basada en el más estricto principio de reciprocidad que debe presidir las relaciones bilaterales entre Estados. “Si no hay iglesias en Arabia Saudita, no habrá mezquitas en Europa”, afirma categórico y sin pestañear.

Esta noticia ha pasado desapercibida. Al menos así ha sido en los estados europeos ribereños del Sur, por miedo a represalias. Y esta es la razón que permite que, burla – burlando… se nos estén colando; con sus costumbres, con sus “trapitos”…, sin respeto a otro principio muy nuestro que dice que “dónde fueres, haz lo que vieres”. Qué duda cabe que, por su parte, no interesa la adaptación; parece otro el fin perseguido. ¡¡Con lo que ha costado llegar a la minifalda, al bikini primero, a las playas nudistas después, a popularizar el top-less y a entrar en nuestras iglesias sin mangas y sin velos!! Dicho esto por relajar porque el asunto tener, tiene gravedad.

Hace unos días pasaron por televisión, por supuesto en La 2, una película americana pero que estuvo prohibida su proyección en el mismo Estados Unidos muchos años, por los mismos motivos que los antedichos: miedo. “La verdadera historia de Soraya” (quien no la haya visto, puede verla en internet) relata en el Irán post-Sha la historia falsa montada entorno a una mujer iraní de la que su marido quería divorciarse, con la finalidad de granjearse el apoyo popular y de la autoridad administrativa y religiosa local para proceder a su lapidación. Como así hicieron gracias a la amalgama que brindan estas malditas religiones y la mayúscula ignorancia en la que viven inmersos.

El coraje de una tía suya que vivió todo el proceso y lo quiso contar y el valiente hacer de un periodista franco-iraní que pasaba por allí y lo quiso escuchar y grabar, se unieron para divulgar al mundo (miedos aparte), la vomitiva idiosincrasia de estos pueblos, que siguen igual que en el medievo.

¿Cómo es posible, entonces, que una vez que Noruega le echa arrestos, con un par, Europa no reaccione y arrope la iniciativa para empujar en la misma dirección, imponiéndose y dándose a valer? Toda Europa…, o al menos la Europa occidental porque su delimitación geográfica por el Este resulta un tanto elástica, pero esto es harina de otro costal y de otro artículo. Este ni inmutarse ante el gesto de Noruega lo que denuncia, lo que alerta y pone sobre la mesa es que, junto con otras razones más prácticas y además de armonizar cuestiones legales que afectan al derecho a vivir, trabajar y estudiar en el extranjero, el acceso a la sanidad y los derechos de los consumidores, hacer negocios, todo lo susceptible de ser considerado como Derecho de la Unión Europea, lo que demuestra es que queda mucha Europa por hacer y que tenemos que hacerlo ya, antes de que perdamos nuestra identidad y no tengamos nada que hacer por unos cuantos siglos.

 

CON UN PAR

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