al tiempo que aparecían en la prensa las declaraciones de un alto jefe de la policía –comisario y jefe de los Tedax– confesando que Aznar le pidió que mintiera sobre el atentado del 11-M, Casado, el líder del PP que reedita el “aznarismo” más cutre, sigue insistiendo en la mentira que iniciaron Acebes, entonces ministro del Interior; Zaplana portavoz del Gobierno en sus comparecencias ante la opinión pública, y el propio Aznar llamando a periódicos y embajadas, cuando ya los servicios de inteligencia de Israel, Estados Unidos y Alemania, habían confirmado que el mayor atentado cometido en Europa era obra del terrorismo yihadista.
Y es que la gran mentira –vísperas electorales– podía cambiar el signo de las elecciones. Y ahora, quince años después, el líder del PP vuelve a lo mismo con un mismo fin: las próximas elecciones.
Es un tramo más de la indecencia política que se inicia con la crispación y el mensaje apocalíptico, sigue con las mentiras, continúa con el bloqueo en el Parlamento y a saber qué nos espera a la vuelta de la esquina.
¿Se trata, tal vez, de esconder o al menos amortiguar los casos de corrupción que un día sí y otro también golpean a los populares? ¿O se trata de una estrategia fundada en el catastrofismo, envuelto en una exagerada exaltación de banderas y símbolos que son de todos?
Tal vez todo eso y la demostración palmaría de que la derecha no tiene programa, más allá de esos gritos y eructos, ni soluciones a los problemas de la pobreza infantil, la precariedad de los jóvenes que afrontar el porvenir con incertidumbre, la desigualdad de las rentas y tantos problemas cotidianos que no pueden esconderse en cuatro frases facilonas.
Pero es que además con ese juego, en el que le acompaña Ciudadanos, al que, por cierto, le están creciendo los enanos en expresión popular, sale beneficiado Vox, la ultraderecha, que cada día que pasa da pruebas de su arcaísmo ultracatólico que nos hace retroceder a tiempo ya superados.
Son los tres partidos citados los que se apartan de las líneas que diseñan Europa, los que quieren dar “un repaso” a la Constitución en nombre de un rearme en pos de la España imperial.
No todo vale y estos días diferentes encuestas lo demuestra: suben el PSOE y Vox, baja el crédito de los ciudadanos al partido de Rivera y Casado, emulando a su predecesor al frente del PP, Rajoy, es uno de los políticos peor valorados.