“No dialogaremos sobre la integridad territorial”, ha dicho muy solemne Pedro Sánchez ante el comité federal del partido. Pero muchos se han preguntado qué puede entender por integridad territorial el secretario general socialista. ¿No reconocer más que una única nación? ¿Renunciar a ese federalismo asimétrico que daría a Cataluña un tratamiento distinto, superior y privilegiado sobre las demás y que vendría a ser una forma solapada de romper de facto la invocada integridad? Y me refiero a Cataluña –Galicia, en todo caso, iría al rebufo- porque al País Vasco ya le llega con el reconocimiento de los derechos forales de que disfruta. O al menos eso parece, habida cuenta de la distancia que ha marcado respecto al proceso catalán. Una y otra comunidad juegan, sí, juntas al fútbol, pero poco más.
Me da, no obstante, la impresión que no será nada difícil para PSOE y Podemos llegar a un acuerdo sobre la cuestión territorial. Por una parte, sigo sin creerme que Sánchez desaproveche la ocasión para llevar a cabo lo que le pide el cuerpo y complacer el alma independentista que, empezando por el socialismo catalán, anida en todo el partido. Y por otra, ya hemos visto los ejercicios de travestismo político que ha venido practicando últimamente Pablo Iglesias.
No creo, por tanto, que, después de los primeros e inevitables postureos, le cueste demasiado a Podemos renunciar a ese referéndum de autodeterminación en Cataluña que como conditio sine qua non lleva tiempo exigiendo y que el PSOE dice que quiere retirar de la negociación. Entra, pues, dentro de lo previsible que uno y otro lleguen a donde pretenden por un procedimiento más fácil y accesible. Esto es, bordeando la formalidad del referéndum y promoviendo, si gobiernan y a través de procedimientos ordinarios, un estatuto de máximos similar o superior al de 2006. Constitucionalistas no les van a faltar para dar las oportunas vueltas a la cuestión.
De todas formas, llama la atención el sarpullido o erupción antipodemita que les ha salido a los barones socialistas. Porque no hay que olvidar que de las siete comunidades en que gobiernan, en las autonómicas de mayo sólo ganaron en tres y que en seis de ellas están donde están gracias al apoyo del partido de Pablo Iglesias. No se entiende, pues, cómo lo que en unas ocasiones les ha valido suscita ahora tantas aparentes reservas.
Finalmente, entre las insólitas declaraciones de estos días ha llamado la atención una de Pedro Sánchez ante el comité federal en el sentido de que no iba a levantar “muros ni cordones sanitarios” con otros partidos. Lo admirable del caso es que, después de haber dado un rotundo no al PP mucho antes incluso de haberse saludado, lo dice con tamaño desparpajo.