Esto arranca señores! Ha llegado febrero y yo no puedo estar más contenta. Me la trae al pairo San Valentín por supuesto y los carnavales este año caen en Marzo, así que... sólo queda una opción: ensayos de Semana Santa. La verdad es que todos los años por esta época yo me vuelvo un poquito loca. Así como que me sale un TOC. Me paso el día ensayando marchas por el pasillo (que yo no sé cómo los vecinos no me han puesto una queja en la comunidad), me veo vídeos de otros años para ir calentando motores, cubro medio brazo con pulseras de la cofradía, valoro cuándo llevar el hábito a la tintorería y repaso mentalmente todo lo que tengo que meter en la mochila para los días de procesión (porque yo me hago un macuto que para una expedición de un año por el Amazonas me apaña). Total, que me vuelvo un tanto monotemática y mi madre ya me huye para no oír hablar más sobre tronos porque la tengo aburridita... Los siete dolores de la Virgen se quedan cortos al lado del sufrimiento de esta buena mujer con la turra que le doy.
Yo es que llevo la Semana Santa en to el cora y lo de ser friqui me sale solo, no lo puedo evitar. Si me vieran, pobrecica, descontando día a día lo que falta para el Domingo de Ramos o cómo me organizo un calendario cofrade con todos los actos que hay preparados para estos meses... Una risa vaya. Cualquier día tendré visiones y el humo de un cigarro mal pagado me hará creer que un incensario está llenando de neblina mi salón o que esa banda que oigo de fondo está tocando calle arriba, aunque en realidad sea la lista de reproducción de marchas del Spotify que me dejé abierta. Así que mientras no llega lo bueno de verdad, déjenme contentar con sacar tronos vacíos los domingos en Amboage.