VIVIR en Lugo y tener un problema con la justicia es una auténtica desgracia. No es que un soriano o un turolense boten foguetes cuando reciban una citación para comparecer ante un tribunal, pero a un lucense le puede ocurrir de todo. Desde que le corresponda una jueza que regenta un gabinete cartomántico e incluso baile en la barra de un club de estriptis, como María Jesús García González u otra que abra tal cantidad de procesos que sea incapaz de cerrar ni uno solo, como Pilar “Perdóname que insista” de Lara. Si en vez de residir en la capital de la provincia, lo hace en Becerreá tampoco se enfrenta a un panorama bonito, pues la magistrada María de los Ángeles Braña ha suspendido varios juicios alegando “enemistad manifiesta” con la fiscal de todos esos casos. Si un afectado protesta, a lo mejor hasta le cae una multa por desacato.