El Agitprop “toma” RTVE

cuanto mas grande y campanuda es la proclama más grande es la mentira que esconde. Cuanto más alto e incuestionable es el principio que se exhibe más rastreros y viles son los fines que se pretenden. Por ello y por los hechos reiterados y dolorosos a las grandes palabras de nuestros meninos políticos ya no hay que tomarlas solo como hueras sino entenderlas como la exacta expresión de lo contrario de lo que pregonan. Su intención esta exactamente en el lado más opuesto de lo que predican.
Así en Radiotelevisión Espñola la coalición gobernante, al menos para este propósito, de PSOE, Podemos y separatistas, tras emboscarse y disfrazarse con las encendidas consignas de “regeneración, pluralidad y consenso” y tras pifiar un comisariado político coral ha logrado establecerlo de facto con la figura de la Comisaria Ejecutiva, y nunca mejor dicho (¿Te merece la pena Rosa María Mateo enfangarte de tal forma en ese lozadal y culminar así, depurando y persiguiendo a compañeros, una trayectoria como la tuya que tantos admirábamos?) para así proceder a la purga, eliminación y destierro al Gulag a todo que considere “desafecto al régimen” para imponer su “modelo”: el Agitprop. O sea, Agitación, Prensa y Propaganda para quien no esté puesto en nomenklatura soviética y recorridos chavistas.
Ese y no otro era de principio el objetivo, la intención única y el motivo exclusivo que había que poner en practica de inmediato. La situación de interinidad, con el proceso de concurso público puesto ya en marcha, no es óbice de nada sino la oportunidad deseada para ejecutar y consumar para hacerla luego irreversible, la depuración ansiada. El control de los medios, la “toma y okupación” de la radiotelevisión pública ha sido la premisa nunca ocultada de los podemitas y en ello coincide plenamente en interés del sanchismo. Que Iglesias e Iván Redondo, el ministro plenipotenciario de Sanchez para estos trabajos, se zancadilleen por algún nombre son pellizcos colaterales que no empecen el fin buscado.
Ambos están en el juego que no tiene otro nombre que el del control y la “toma y okupación” de los medios de comunicación públicos para convertirlos definitivamente en un instrumento de propaganda del Gobierno y de la coalición “frankestein” que lo sustenta.
Lo limpio, lo correcto, lo verdaderamente democrático, lo predicado incluso, hubiera sido el respetar los plazos parlamentarios y proceder a la renovación mediante el concurso publico ya en plena marcha, pero es que no era eso lo que “corría prisa” ni era lo “urgente”. Lo prioritario era lo que estamos viendo. Hubiera sido todavía compresible ya en esta deriva de “administradora única” el proceder al cese de los cargos políticos o políticamente designados por el anterior Gobierno, pero lo que resulta bochornoso y contrario a todo incluso a una elemental decencia, ha sido el proceder al “ajusticiamianto” de profesionales dignos, exitosos y de probada talla y rigor periodístico, como han sido los casos de Sergio Martin y Victor Arribas y la sustitución del primero por Xabier Fortes, ejemplo máximo del sectarismo ideológico y de la parcialidad manifiesta.
Todo ello efectuado con el mayor de los descaros, pero siempre embozados en la palabrería más mendaz y en la excusa del bien supremo y superior de quien ellos son los únicos y exclusivos guardianes. Ellos y solo ellos deciden que la libertad de expresión al igual que la más obscena manipulación son precisamente aquellas que los “nuestros y solo los nuestros” deciden calificar de una u otra manera. En resumen que la libertad de expresión solo cuenta para ellos, pues la de los demás deja automáticamante de serlo en cuanto ellos, el Santo Oficio Socio-Podemitas, establezca como herejía perseguible y reo de hoguera.
Personalmente será un alivio no participar en esa farsa que viene –me adelanto como hice en Radio Nacional al veto–, pero si queda algo de dignidad en la profesión esta no puede callarse ante la degollina por falta de “limpieza de sangre ideológica” de profesionales a los que además de excluir se señala como apestados e indignos. Yo, desde luego, y desde donde pueda y me dejen no pienso hacerlo.
PD. La verdadera dueña de Radiotelevisión Española no es Rosa María Mateo ni ese sanedrín compuesto por su Comité de Informativos y los sindicatos, sino la ciudadanía española y ellos, por mucho que se lo arroguen, no son sus propietarios, sino sus empleados. Su papel no puede exceder a la defensa de los derechos laborales de esos trabajadores, pero no pueden atribuirse, puesto que en absoluto les corresponde, como hacen e imponen, ser ellos quienes establezcan las pautas y aún menos la línea política de la cadena. Ellos no son los depositarios de la soberanía de todos los españoles. Ellos no son el Parlamento de España ni nadie los ha elegido para representarnos. Pero hoy así lo parece y peor, como tal actúan y disponen.

El Agitprop “toma” RTVE

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