decía Giulio Andreotti, siete veces primer ministro de Italia, campeón del cinismo y de la astucia política, que el poder desgasta sobre todo a quienes no lo tienen. Algo de eso están experimentando en el PP a juzgar por el tono de frustración que destilan los discursos de sus portavoces en el Senado y en el Congreso. Es probable que se hayan dejado llevar por la inercia de un relato que en los últimos años adolecía de la altanería heredada de cuando el PP tenía mayoría absoluta. O puede que estén esperando a que los afiliados y compromisarios culminen el proceso de elecciones primarias y elijan a un presidente o presidenta que marque el rumbo del partido. Del tipo de oposición que quieran hacer dependerá en uno u otro sentido que pueda recuperar el poder antes o después.
Históricamente el modelo de oposición seguido por el PP cuando estaba en la oposición fue de estilo bronco, con discursos catastrofistas y promoción de manifestaciones contra las medidas de los gobiernos socialistas de turno. También fueron frecuentes, los recursos ante el Tribunal Constitucional para intentar paralizar la actividad legislativa. El mismo PP que cuando estaba en el poder y tenía mayoría en el Parlamento no le hacía ascos a gobernar mediante decretos ley, criticaba ese recurso cuando lo utilizaban otros. Es pronto para saber cuál será la estrategia de oposición que adoptará el PP así que haya superado el período de duelo que acompaña el pase a la oposición. Calcularon mal el impacto de los casos de corrupción y analizaron mal los apoyos con los que contaban y por eso perdieron la moción de censura. Un hecho, en términos políticos, traumático del que a juzgar por las intervenciones de sus portavoces parlamentarios todavía no se han repuesto.
De la estrategia que elijan para hacer oposición va a depender el futuro de este partido. Otro tanto podría decirse de la hoja de ruta que pueda seguir Albert Rivera y Ciudadanos, el otro pasajero que ocupa plaza en los asientos del centro derecha. Visto lo que parece dispuesto a ofrecer Pedro Sánchez, quien esté en la oposición se equivocará si comparece ante los ciudadanos con un discurso amargo despojado de esperanza.