Entre Jorge Fenández Díaz, Juan Ignacio Zoido y Fernando Grande-Marlaska hay grandes diferencias. Díaz fue condecorador de vírgenes, “maestro concertino”, y apiolador de náufragos en el Tarajal. Zoido llevó policías a Cataluña en tartanas, los envasó en latas de sardinas modelo Piolín, y los alojó en fondas. Pero Grande-Marlaska, como ministro de Interior, es de otra pasta. Nada que ver con sus dos antecesores. En efecto. Me dice mi contacto en Interior, que Grande-Marñaska llevó un chorrón de policías de paisano en el AVE, sus uniformes de “campaña” los envió por carretera, alojó a los polis en hoteles de cuatro estrellas, y comieron en restaurantes de cuatro tenedores. ¡Nada de cetrerías con el personal bajo su mando! ¡Todavía hay clases, oiga! Y es que Grande-Marlasca tiene un estilo depurado, y más talante que el mismísimo Zapatero. Luego dirán que si tal por aquí o cual por allá; pero obras son razones y no buenos amores. Y a eso, a Grande-Marlaska no le ganan Díaz, Zoido, ni dios. Amén.