LOS conductores que circulaban por Alférez Provisional sabían que al llegar al cruce con la plaza de Ourense el semáforo estaría rojo. Era matemático. Sin embargo, la espera resultaba entretenida: se podía disfrutar de una payasa que hacía malabares con un diábolo o contemplando la rosaleda. Ahora, todo es distinto: nadie circula por Alférez Provisional, más que nada porque se llama avenida del Puerto, la payasa debió encontrar otra ocupación porque ya no está en el semáforo y la rosaleda parece el lugar en el que se inspiró el amoroso herbicida Pablo Echenique cuando habló de arrancar las malas hierbas, aunque en este caso fueron las buenas. Es verdad que en la última etapa de Negreira la zona ya no era la reproducción del vivero donde se surte el PSOE, pero al menos había dejado en tramitación un plan para devolverle su esplendor. Plan que voló por los aires tan solo un mes después de que la Marea, nasía pa’ganá, asumiese el control del Ayuntamiento. Pero quién sabe, quizá dejando la rosaleda en barbecho en par de años, María García, biotopo pata negra, puede acabar montando unos huertos urbanos en pleno centro.