El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, rindió homenaje en la ciudad de Hiroshima a las víctimas de la bomba atómica lanzada por su país en 1945 y abogó por “mirar a los ojos de la Historia” para no repetir los mismos “errores”, si bien evitó pedir perdón por las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial.
Obama depositó una corona de flores junto al monumento que recuerda a las 140.000 personas que perdieron la vida en Hiroshima por el lanzamiento de la bomba el 6 de agosto de 1945. Ese día de “un pasado no tan lejano” la muerte “cayó del cielo”, como recordó ayer Obama, el primer presidente de Estados Unidos que visita la ciudad durante su mandato.
Tal como ya había adelantado la Casa Blanca, Obama no pidió perdón en su discurso, en el que sí admitió la “brutalidad” de los ataques perpetrados contra Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial. El presidente estadounidense apuntó que, como suele ocurrir en los conflictos, fueron personas “inocentes” quienes pagaron el precio de las decisiones de líderes políticos.
Hiroshima y Nagasaki son desde entonces símbolo de “catástrofe”, pero Obama quiere que simbolicen también “el comienzo del despertar moral” del mundo, en la medida en que es necesario aprender de los “errores” y trabajar por un mundo donde la guerra sea cada vez una opción “menos probable”.
“El mundo cambió para siempre aquí”, advirtió el presidente de Estados Unidos, quien repitió su alegato en favor de un mundo sin armas nucleares. En este sentido, planteó que las mejoras científicas “se centren en mejorar la vida y no en acabar con ella”, y subrayó que “la revolución científica exige también una revolución moral”.
“La ciencia nos permite comunicarnos a través de los mares, volar por encima de las nubes, curar enfermedades y entender el universo, pero esos mismos descubrimientos se pueden convertir en máquinas eficientes para matar”, afirmó.
Antes de depositar la corona y de pronunciar el discurso, Obama visitó el museo en el que se muestran algunas imágenes de las víctimas del ataque. Siete décadas después, la mayoría de los ciudadanos estadounidenses siguen considerando que el lanzamiento de las dos bombas atómicas estuvo justificado para contener a Japón.
El mandatario estadounidense aprovechó su discurso para subrayar lo mucho que han cambiado las relaciones con Japón en estos últimos años, hasta el punto de que los dos “antiguos adversarios” no solo se han convertido en aliados, sino en “mejores amigos”.
Por otro lado, Obama transmitió esta semana tranquilidad a los países asiáticos ante la preocupación por el avance del candidato del Partido Republicano, Donald Trump, en la campaña de las elecciones presidenciales.
“Creo que, a veces, si se observa nuestro sistema electoral desde el exterior se puede pensar que es un desastre”, manifestó Obama durante una reunión con jóvenes líderes en la ciudad de Ho Chi Minh, en Vietnam. “Sin embargo, siempre se resuelve satisfactoriamente porque los estadounidenses son buenas personas”, añadió.
Políticos de diferentes países de Asia han mostrado recientemente su preocupación ante las propuestas de Trump sobre política exterior, las cuales podrían suponer una amenaza para las relaciones entre Washington y las naciones de la región.
A muchos les preocupa que Trump alimente la inseguridad en aquellos países que temen que el poder de China siga aumentando, lo que desharía los esfuerzos realizados por Obama y reforzaría el nacionalismo y autoritarismo en la región.