El independentismo protagonizó una nueva manifestación multitudinaria en Barcelona, con apelaciones constantes a restaurar su unidad interna, en una Diada en la que perdió cierto músculo en la calle: 600.000 personas, según la Guardia Urbana, la cifra más baja desde el inicio del procés en 2012.
El epicentro de la movilización de ayer era la plaza España, con seis calles adyacentes también pobladas de gente con la camiseta azul turquesa, la oficial de la convocatoria.
A pocas semanas de que se conozca la sentencia del Tribunal Supremo tras el juicio del procés, que las fuerzas independentistas prevén que sea el catalizador de nuevas movilizaciones reivindicativas, la Diada de este año sirvió para calibrar el estado de ánimo en las filas soberanistas.
Reproches cruzados
Unas bases independentistas en buena medida desconcertadas por la desunión y los reproches cruzados entre los principales actores de este espacio político, especialmente JxCat y ERC, que aún no lograron consensuar una estrategia conjunta de respuesta a las posibles condenas a los líderes del procés, mientras la CUP acusa a ambos socios de dejar aparcada la vía unilateral.
Como prueba de esta división, en los últimos días el presidente de ERC, Oriol Junqueras, en prisión preventiva y pendiente de la sentencia, y el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, desde Bélgica, habían polemizado sobre si conviene o no convocar elecciones anticipadas como respuesta al Supremo.
La ANC, la entidad que ahora preside Elisenda Paluzie y que desde 2012 viene organizando masivas demostraciones de fuerza en la calle cada Diada, había convocado la manifestación de este año bajo el lema “Objetivo Independencia”.
En su discurso de ayer, Paluzie reprochó a los partidos que “discutan en público el reparto de las migajas” en vez de trabajar por la independencia, un objetivo hacia el cual no solo no se ha “avanzado” desde octubre de 2017 sino que se han dado “pasos atrás”.
Tras reconocer que fue la manifestación “más difícil” de todas las que organizó la ANC, debido al “desánimo, el desencanto y las divisiones” partidistas, Paluzie exigió a los partidos que “no desarmen” la vía unilateral hacia la independencia, generando “expectativas de un diálogo que nunca llega o es un simple engaño”.
Las palabras de la presidenta de la ANC fueron respondidas por el público concentrado con gritos de “Ni un paso atrás”.
El “desánimo” al que se refería Paluzie se tradujo en un descenso del número de manifestantes con respecto a años anteriores, si bien la cifra ofrecida por la Guardia Urbana de Barcelona sigue evidenciando una remarcable capacidad de movilización.
Justo antes de participar en la manifestación, el presidente de la Generalitat, Quim Torra, afirmó que la Diada marca un punto de inflexión y destacó que, a partir de ahora, centrará su acción en “el objetivo de la independencia” y “el ejercicio de la autodeterminación”: “Hoy se cierra una etapa y se empieza a responder ya a las sentencias”, garantizó.
Las celebraciones oficiales de la Diada se cerraron por la noche con el acto institucional en la plaza Sant Jaume, que encabezarán Torra, y el presidente del Parlament, Roger Torrent, que tuvo que ser aplazado por la lluvia.