Raúl Bellerín.
Madrid, 12 mar (EFE).- Tal vez haya pocas cosas más molestas que una diáspora de madrileños por diferentes puntos de España en Semana Santa, puente de Mayo o cualquier otra jornada festiva, pero nunca se ha manifestado el recelo con tanta claridad como ahora.
Porque la salida de la capital es un debate recurrente entre los madrileños, que dudan entre la tentación de escapar a sus segundas residencias o al menos mandar a los niños con los abuelos, o cumplir, por responsabilidad y ciudadanía, la recomendación sanitaria de viajar lo menos posible.
Ese debate no se da en los lugares de destino, ya sean de interior o costa, donde el mensaje es inequívoco y unánime: No vengáis.
Desde las redes sociales (las etiquetas #yomequedoencasa o #cerradMadrid han sido tendencia) y desde las instituciones se han repetido los llamamientos a la conciencia social a quienes puedan extender el virus por las distintas regiones.
Máxime porque las mismas redes y el boca a boca han esparcido el rumor sobre los planes del Ejecutivo de decretar el aislamiento de Madrid, y eso, pese a los desmentidos oficiales, ha generalizado el miedo, no solo de quienes viven en el foco de la epidemia, sino también de quienes los están viendo llegar a sus localidades.
Difícil ser más claro que el Gobierno de Murcia, que ha pedido a quienes lleguen de Madrid o Euskadi, principales zonas de transmisión hasta el día de hoy, que hagan cuarentena de catorce días si se desplazan a la Región y eviten el contacto con otras personas.
A Águilas, por ejemplo, ya han comenzado a llegar, y su alcaldesa, Mari Carmen Moreno, les ha pedido que cumplan "rigurosamente" las recomendaciones de la OMS. Es decir, aislamiento social.
Ese municipio murciano es uno en los que ya se percibe la llegada de visitantes, pero no el único. Sanxenxo, localidad pontevedresa que suele ser víctima de invasiones madrileñas, "está como en verano", según lamentan sus propios vecinos.
El Ejecutivo de Cantabria también ha apelado a la responsabilidad de quienes se están desplazando a su territorio, sobre todo universitarios que se han quedado sin clase.
En su caso, les piden 72 horas de cuarentena. Que "hagan la mínima vida social posible" y, "si están recluidos en sus domicilios, mejor", ha solicitado el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez.
La idea es que si después de ese tiempo no presentan síntomas, comiencen a hacer una vida "más o menos normal".
Ese mismo plazo de 72 horas es el que ha propuesto la Junta de Extremadura a los universitarios que están volviendo desde Madrid tras la suspensión de las clases, porque son 2.000 los estudiantes extremeños en esa región.
Hasta lo ha hecho José Luis Regacho, alcalde de Olmeda de la Cuesta, el pueblo conquense que ofrecía solares prácticamente gratis hace pocos años para atraer población. Ahora, ha dicho a Efe, no es momento de repoblar España.
Por eso ha pedido a los habituales visitantes de fin de semana sensibilidad y sentido común para proteger a los vecinos, buena parte de ellos nonagenarios.
Lo dicho, un mensaje generalizado y claro, que básicamente coincide con el de las autoridades sanitarias y que apela a la responsabilidad social de todos los ciudadanos. EFE