En un momento clave en el que el Reino Unido quiere ganarse el favor de la Unión Europea (UE) para que introduzca cambios en el acuerdo del Brexit, Gibraltar saltó de nuevo a la palestra para enfrentar a ambas partes.
El Gobierno británico expresó ayer su malestar por el hecho de que los países de la UE calificaran, en un documento sobre medidas migratorias tras el Brexit, al territorio de Gibraltar como “colonia británica”, término que tachó de “completamente inaceptable”.
El Peñón ya fue motivo de trifulca entre Londres y Bruselas cuando la negativa de España a ratificar el Acuerdo de Salida por los términos en los que dejaba a Gibraltar estuvo a punto de frustrar el pacto.
Finalmente, España decidió levantar el veto al hacer el Reino Unido una interpretación por escrito sobre ese extremo que convenció al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, de las garantías que reclamaba respecto al territorio.
“Parte integral de la familia”
Ahora, el calificativo de “colonia” ha encendido al Ejecutivo de la conservadora Theresa May, que reivindicó ayer a través de su portavoz oficial que “Gibraltar es una parte integral de la familia del Reino Unido”.
“Eso no va a cambiar a raíz de nuestra salida de la Unión Europea”, agregó, a raíz del documento comunitario, que propone que los ciudadanos británicos puedan viajar sin necesidad de visado en el espacio Schengen tras el Brexit si realizan estancias cortas, a través de un pie de nota incluido a petición de España.
“Gibraltar es una colonia de la Corona británica. Hay una controversia entre España y el Reino Unido en cuanto a la soberanía de Gibraltar, un territorio para el cual se debe encontrar una solución a la luz de las resoluciones y decisiones relevantes de Naciones Unidas”, apunta una nota a pie de página del documento.
Fuentes diplomáticas apuntaron que Gibraltar figura en el listado de “territorios no autónomos pendientes de descolonización” de Naciones Unidas, por lo que la mención en el pie de página no supone ninguna novedad, y este mismo organismo recomienda que esta disputa se resuelva “mediante negociaciones bilaterales entre España y el Reino Unido”.
La controversia se produce en uno de los momentos más delicados en el proceso del Brexit, en el que el Reino Unido persigue volver a negociar la polémica salvaguarda irlandesa contemplada en el acuerdo de salida, mientras que la UE se niega a modificar el documento. May prometió el pasado martes a la Cámara de los Comunes volver a la capital belga y tratar de buscar una solución alternativa a la salvaguarda, un mecanismo pensado para evitar el restablecimiento de una frontera dura entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda.
La premier tomó esa decisión después de que 317 diputados de la Cámara de los Comunes votaran a favor de una enmienda que le urgía a renegociar ese asunto.
Una pretensión sobre la que la UE no para de echar tierra encima, ayer con las declaraciones del vicepresidente de la Comisión Europea, el socialista Frans Timmermans, quien afirmó que los Veintisiete están comprometidos a mantener la salvaguarda y afeó a May su reclamación de una alternativa sin “decir cuál”.
Enfrascado en ese arduo proceso, el Ejecutivo británico reiteró el jueves su determinación de que el Reino Unido abandone el club de los Veintisiete el próximo 29 de marzo, fecha prevista en virtud de la aplicación del artículo 50 del Tratado de Lisboa. l