Apenas dos minutos necesitó Quim Torra para tomar posesión ayer como el 131 presidente de la Generalitat de Cataluña. El nuevo jefe del Ejecutivo catalán entró en coche por la puerta principal a las 10.14 horas para, a las 11.30, jurar su cargo en el Salón Virgen de Montserrat del Palau.
El acto, que el Govern calificó como sobrio, estuvo muy alejado de las anteriores tomas de posesión: no hubo prácticamente invitados –en la toma de posesión de Carles Puigdemont hubo unos 400– el salón elegido fue más pequeño de lo habitual y duró apenas dos minutos. Los únicos participantes fueron el propio Torra, el presidente del Parlament, Roger Torrent, el secretario del Govern, Víctor Cullell, y siete familiares del presidente catalán.
El Gobierno rechazó asistir a este acto al entender que desde la Generalitat se le intentó “imponer el nivel de la delegación gubernamental”. Además el Ejecutivo central considera que el modelo de acto organizado por la Generalitat “degrada la propia dignidad de la institución”, según fuentes de Moncloa.
El Govern explicó, por su parte, que invitó a la toma de posesión de Quim Torra a un representante del Estado de perfil secundario pero que el Gobierno central lo rechazó. Fuentes de la Generalitat defendieron que consideraron que debía ser de perfil “secundario, de acuerdo con el perfil sobrio del acto y para evidenciar la no normalidad del momento político”, en referencia a la aplicación del 155 y al conflicto entre ambas administraciones.
Respecto de este asunto, el secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, considera que es “una dejación de funciones” que el Gobierno no haya organizado el acto de toma de posesión del nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña. Y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, denunció el carácter “excluyente” y “desleal” del acto de toma de posesión de Torra.
Sin retrato del rey
En la toma de posesión no hubo ni retrato del rey ni más banderas que la catalana, y la medalla de presidente estuvo en todo momento encima de la mesa, pero Torra no se la puso en ningún momento para simbolizar que defiende que pertenece a Puigdemont.
El secretario del gobierno catalán, Víctor Culell Cullell leyó el decreto de nombramiento, aludiendo a que fue firmado por el rey Felipe y “refrendado” por el Gobierno central, y después el propio Torra pronunció la fórmula para prometer el cargo, cuando lo habitual era que lo hiciera el presidente del Parlament.
Torra tomó posesión con una fórmula que promete ejercer “con fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña representado por el Parlament”, emulando la frase de su antecesor, Carles Puigdemont, sin aludir a la Constitución, al Estatut ni al rey. La imagen elegida para presidir el acto fue un cuadro de Sant Jordi, y el salón donde se ha celebrado fue el mismo que eligió el presidente Artur Mas para firmar el decreto de convocatoria de la consulta del 9 de noviembre de 2014.
Torra y Torrent lucieron en la solapa de la americana el lazo amarillo, el símbolo que utiliza el soberanismo para reclamar la libertad de los presos independentistas. Tras concluir el acto, Torra recibió la felicitación por teléfono del expresident Carles Puigdemont, que deseó “muchos aciertos” a su sucesor.