El próximo 9 de enero comienza el juicio por el crimen de O Couto, en el que Caridad Pérez fue brutalmente asesinada presuntamente a manos de su esposo, Juan Fraga, el único detenido por el caso y que lleva casi un año en prisión preventiva.
Precisamente ayer se cumplió un año de este terrible suceso que conmocionó a la parroquia naronesa y sobre el que todavía quedan algunas incógnitas por despejar. “Confío que en el juicio se vayan esclareciendo los hechos a medida que vayan pasando los testigos y se presenten las pruebas”, explicaba ayer el hijo del matrimonio, que se presenta como acusación particular en esta causa.
No así su hermana, la hija de Juan y Caridad, que desde un primer momento ha defendido la presunción de inocencia de su padre y que afirma con rotundidad que ni ella ni “nadie sabe lo que pasó”. “Yo sé que soy inocente, el resto lo tendrá que decidirlo el juez”, afirmó ayer.
La hija del matrimonio sí ha criticado lo que, según su parecer, “ha sido un juicio paralelo de la sociedad” hacia su padre y hacia el caso en general durante todos estos meses. “¿Cómo es posible que el nombre de mi madre aparezca en la Plaza de Armas como víctima de la violencia machista antes de que se haya celebrado un juicio?”, se pregunta.
La defensa del acusado pide la absolución de Juan Fraga por considerar que la imputación del crimen se basa en indicios y no en pruebas sólidas.
Su hermano, por el contrario, considera que existió una total premeditación en el crimen y pide que se juzgue a su padre por asesinato y una pena de 20 años de prisión.
“Las pruebas son contundentes, de hecho el juicio durará una semana porque existe, además, un gran número de testigos y testimonios. Me consta que la policía no detuvo a mi padre hasta que estuvieron seguros al cien por cien de que había sido él –explica–. De hecho, le negaron el recurso de libertad hasta en tres ocasiones”.
“Mi madre fue salvajemente asesinada, recibió muchísimas puñaladas,y el responsable tiene que recibir todo el peso de la justicia”. Por eso, dice no comprender que “haya gente que todavía pueda disculpar a un asesino o intentar eximirlo”.
El hijo de Juan y de Caridad aclara que sintió “un profundo dolor” cuando las pesquisas policiales lo enfrentaron a la realidad. “Tu cabeza no puede asimilar que tu padre haya matado a tu madre. Es una lucha interna que nadie puede entender, nadie puede ponerse en mi piel”.
Recuerda como la información que los investigadores les fueron proporcionando, tanto a él como a su hermana, apuntaba cada vez más “en una misma dirección”. Uno de los puntos de inflexión, señala, fue cuando la policía halló en el maletero del coche de su padre las joyas de Caridad, que habían desaparecido de la casa. “Las contradicciones empezaron a ser muy relevantes”, dijo.
Una hipótesis, la de la simulación del robo, que la defensa de Juan Fraga ha intentado desacreditar en múltiples ocasiones alegando que “si a alguien se le ocurre simular un hurto no guarda las joyas en su vehículo personal”, explicó en su momento el letrado ferrolano Julio Barros.
En lo que ambos hermanos sí coinciden es en su deseo de que el caso se esclarezca de una vez por todas y se despejen las incógnitas que restan por aclarar. “Durante 52 años tuve unos padres maravillosos”, concluye su hija. Su hermano pide que el juicio sirva para limpiar el nombre de su madre y de escarmiento “para todos los casos de violencia machista que hay en el país”. n