Treinta años de la incorporación de la mujer a la Semana Santa

Treinta años de la incorporación  de la mujer a la Semana Santa
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Con tres años, Lola Castro Casares ya salía acompañando a la Virgen de la Esperanza, luego pasó a las filas, como capuchón, y antes de ser mayordona –la encargada de guiar el trono durante la procesión–, portó esta imagen durante18 años.
Esta mujer es solo una de las setenta que durante esta Semana Santa componen el grupo de portadoras íntegramente femenino de la Cofradía de Dolores y que viven ya con total normalidad su situación, la incorporación de la mujer a la Semana Santa, que celebra este año su trigésimo aniversario.
El tercio de la Virgen de la Esperanza fue uno de los primeros femeninos de toda España. Se fundó en 1984 y salen hasta en cinco ocasiones en la Semana Santa ferrolana, declarada de Interés Turístico Internacional.
Lola Castro dirige la dotación de Virgen de la Esperanza, un trono de más de 2.000 kilogramos.  Mujeres de entre 16 y 60 años llevan sobre sus hombros a la Virgen y también al Nazareno. Además de Dolores, otra cofradía, la de la Merced, cuenta con un grupo de portadores formado por unas cincuenta personas y de carácter mixto.

comienzos
La llegada de Lola Castro a la Semana Santa estaba marcada ya por su apellido, Casares, como nieta de uno de los promotores de la moderna Semana Santa, Demetrio Casares.
Esta mayordoma no recuerda ya haber tenido que vivir ningún impedimento por su condición de mujer en los desfiles procesionales, aunque sí reconoce mucha evolución y cambios desde que ella empezó. “Primero salíamos con la ropa de colegio, con camisa y falda, después con el capuz del mismo color, verde, y posteriormente ya pasamos a contar con los hábitos, que sufragamos las propias portadoras”. De hecho, en la celebración actual lucen hasta tres hábitos diferentes, variando el capuz y el fajín.
También en su condición dentro de la Cofradía han surgido cambios. Ahora las féminas son cofrades, pero antes las mujeres no podían serlo y si bien acompañaban a las imágenes no lo hacían en plena integración en la cofradía. La situación ha cambiado y mejorado, cuenta ya con bases de datos de las portadoras e incluso de listas de espera.
Portar tronos de ese peso durante varios días a la semana –el 80% de ellas van descalzas– requiere, tanto en el caso de hombres como mujeres, de una preparación que se basa sobre todo en los ensayos. Así, como explica esta mayordoma, desde Navidades practican los domingos y posteriormente comienzan con los ensayos de pasos y marchas así como con la preparación para “bailar” las imágenes, levantando los tronos y cargándolos sobre los brazos estirados.
Pero para estas mujeres que cada año viven la Semana Santa como mucho más que una celebración religiosa o festiva, es de destacar el ambiente que se vive en las cofradías. “Somos una piña”, explica Lola Castro, que llama la atención sobre “la complicidad que existe entre todas”.
Tras haber salido –si la lluvia lo permite– en cinco procesiones, dos de ellas el mismo día, queda el cansancio, pero, sobre todo, “la satisfacción de poder haber sacado todo a la calle y de haber portado tu imagen”.
Fue en 1987 cuando la Cofradía de Dolores aprobaba la creación del primer tercio de portadoras. En 1993, ya tenían un trono fijo y tres días para procesionar, aunque la verdadera recompensa llegó dos años después, en el 95, cuando un centenar de mujeres portaba por primera vez a la Virgen de la Esperanza, la que sería desde entonces su imagen titular.
El hábito y el capuz que llevan desde hace algunos años no dejan ver a simple vista quién va debajo del atavío. Sin embargo, las portadoras de la Virgen de la Esperanza son ya un referente.

Treinta años de la incorporación de la mujer a la Semana Santa

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