Han transcurrido casi setenta años desde la construcción del barrio de Recimil. Un período en el que el proyecto redactado por el arquitecto Santiago Rey ha tenido que sufrir los efectos del paso del tiempo de forma acusada. Los diferentes gobiernos municipales han defendido muy diversas opciones para la conservación del barrio –cuya construcción finalizó en 1948, catalogado por Patrimonio en 2006 y concebido como autosuficiente, con pisos, locales comerciales, un colegio (el Ibáñez Martín), un mercado y hasta una iglesia cercana, la del Pilar– pero fue precisamente la falta de ese mantenimiento la que ha abocado a los inmuebles a su actual estado de conservación. La peor parte se la lleva el edificio del Bambú Club –que toma el nombre de una cafetería que se instaló en los bajos del inmueble–, que comenzará a demolerse con maquinaria pesada mañana mismo. Así lo anunció el equipo de Rey Varela que, en sucesivos gobiernos en la ciudad, siempre defendió la demolición de la construcción, al igual que IF. Fueron los diferentes partidos de izquierdas los que siempre trataron de impedir esa decisión, apostando por la rehabilitación del barrio. Tanto fue así que con el gobierno bipartito en la Xunta del PSOE y BNG –en el año 2008– se llegó a acordar con la Consellería de Vivienda la rehabilitación del Bambú Club. El convenio comprometía a la administración autonómica a invertir 800.000 euros en los trabajos, que a mayores permitirían acondicionar dos bajos para el Colegio de Arquitectos. El Ayuntamiento, por su parte, cedería la construcción a la Xunta por un período de treinta años. Pero la iniciativa se estancó y no pasó de ser un mero anuncio de intenciones.
Entre los años 1993 y 1995 se reurbanizaron las calles del barrio de Recimil y a las pequeñas inversiones que se fueron realizando a lo largo de los años en concepto de mantenimiento se sumó, en 2009, una nueva intervención, presupuestada en 2,1 millones de euros. Con cargo a esta partida, procedente de fondos estatales, se contrató la reparación de los aleros y cubiertas dañadas y el pintado exterior de los edificios, intervención esta última no exenta de polémica y que contó con defensores y detractores pero que finalmente se llevó a la práctica, aunque no en la totalidad del barrio.
La falta de acuerdo sobre el futuro del barrio fue una constante en la corporación local ferrolana. La última actuación de calado en el barrio, la demolición del Bambú Club, tampoco se acordó de forma unánime. El equipo de Rey Varela antepuso la urgencia del derribo, debido al pésimo estado de conservación en que se encuentra el edificio, a cualquier otra intervención. El tejado del inmueble ya se retiró esta semana pero el lunes por la tarde comenzará la actuación de la maquinaria pesada, que en un plazo no superior a seis meses dejará reducido a escombros el edificio más emblemático de Recimil. El futuro del resto de inmuebles del barrio parece, por el momento, más incierto. n l.r.c