Multimedallista autonómico y nacional de natación, estudiante vocacional de Historia, aficionado a la cocina –”las rosquillas me salen muy ricas, la verdad, y también las torrijas– y apasionado por los paseos en la playa de Doniños, el ferrolano Tomás Manso Fraga añade ahora también a su particular currículo el epígrafe de “ayudante de farmacia”. Al integrante del Marina Ferrol los minutos en época de confinamiento le llegan a poco, toda vez que desde que se decretó el estado de alarma, el nadador se ha puesto la bata blanca y ha comenzado a ayudar en el establecimiento de su madre, Ana Fraga, y de su abuela Macamen, la Farmacia de Canido.
Supongo que empezó ayudando por las circunstancias, pero ¿está descubriendo ahora una nueva vocación?
Coincide que en estos momentos es época de vacaciones y así también estoy para cubrirlas y ayudar, y organizamos los turnos diferentes. Antes había gente que estaba de mañana y de tarde, y ahora hicieron dos turnos para evitar que coincidamos, por la tarde entramos mi madre y yo y hay otro turno por la mañana. La farmacia tiene la parte del medicamento y el profesional farmacéutico. Pero allí yo realmente lo que hago es una venta, como puede ser en cualquier otro comercio, porque cuando te hacen alguna pregunta de tema farmacéutico recurro a mi madre que es la que sabe. Lo que es vocación hacia la farmacia no, la verdad es que no. Yo sigo con Historia.
¿Cómo lleva cursar tercero de Historia en esta situación?
Teóricamente la docencia es virtual, que es una cosa que suena muy bonita pero luego, a la hora de la verdad, en la práctica cada profesor hace más o menos lo que quiere y la mayoría nos mandan los apuntes, hay otro que da las clases por tipo Skype, nos mandan trabajos, etc. Lo que pasa es que hay un poco de incertidumbre, porque no sabemos nada ni de los exámenes ni de la evaluación, y no sabes muy bien qué tienes que hacer. Dicen que a finales de este mes está previsto que nos aclaren un poco más lo de la evaluación, pero ya se verá, porque ni los propios profesores lo saben.
Tengo entendido que usted entró en este grado por auténtica vocación...
Es vocación absoluta, porque yo, inicialmente, en Primero de Bachiller entré por ciencias, un poco por lo típico que te dicen de vete por ciencias, para qué vas a hacer Historia... En Primero, no tenía malas notas ni mucho menos, pero les dije a mis padres que quería hacer Historia y fue cuando me cambié. Y desde que entré en la carrera la verdad es que estoy muy contento, no me arrepentí nada, no es como esa gente que a lo mejor se espera una cosa y es otra. Para mi era justo lo que me esperaba.
Historia, ayudando en la farmacia e integrante del Marina... ¿Tiene rutinas el equipo para mantener la forma física en el domicilio?
En el club la situación ya antes era un poco complicada, estábamos sin la piscina y no estábamos entrenando mucho. Yo la verdad estando en Santiago solo nado cuando vengo a Ferrol, viernes, sábado, algún jueves, y en Compostela voy al gimnasio y a correr. Desde que empezó esta situación, tenemos un grupo de Whatsapp, un grupo de entreno, e Ito, el entrenador, nos manda todos los días una rutina. La verdad es que no la hago todos los días, me lo salto bastantes veces, he de decir, pero tengo la excusa de que voy a trabajar –ríe–. A mi personalmente me cuesta estando en casa, me estoy muriendo de ganas porque dejen ir a correr, porque ponerme en casa a hacer el circuito me cuesta. Yo estoy tranquilo, soy tranquilo y tirando a casero. Sí que un paseo apetece, porque ni cuando voy a la farmacia paseo, porque mi casa está al lado. Me fastidió bastante no tener la Semana Santa, que a mi me gusta mucho. Pero lo llevo bien. Deseando que dejen salir a pasear, ya ni tomar algo.
¿Cómo ve la crisis desde esa primera línea en la que le sitúa estar en la farmacia?
Creo que la primera semana era el caos absoluto, se vendió muchísimo, la gente se volvió un poco loca, gente que venía a comprar medicación para tener en casa para un montón de tiempo. Esa semana creo que la gente era más inconsciente, porque en la farmacia atendemos a gente muy mayor, que es un grupo de riesgo claro, y venían igual. Y sí que es cierto que, a partir de la segunda semana, y ahora, ya se nota muchísimo, la mayoría de esa gente ya no viene y viene mucho más gente que te trae para pedir la medicación del padre, de la madre... la gente se concienció. Y también bajó la histeria, se lo toman con más calma, saben lo que hay, y con respeto casi todo el mundo, distancia de seguridad, si ven que hay gente prefieren esperar fuera, etc.
¿Y en casa llevan bien estas circunstancias de encierro?
Vivo con mis padres –Luis y Ana– y con mi hermana –Carmela– y bien, sí. De hecho, hay más convivencia, en el sentido de que, a veces, jugamos a algún juego, los típicos como el Trivial, el Scrabble... que llevábamos sin jugar a eso juntos mil años. Incluso un día jugamos a adivinar las películas y fue muy gracioso. Creo que nos comunicamos más. Por ahora no nos estamos tirando de los pelos, –ríe–.