Multitud de medios nacionales e internacionales recogían durante las últimas jornadas la noticia de una escasez generalizada de medicamentos a lo largo de todo el continente; una vicisitud médica de la que muchos culpan a la incertidumbre generada por el Brexit. La ciudad naval no es una excepción a esta complicada situación, aunque varios titulares de farmacias locales han señalado que, si bien agravada en los últimos meses, esta realidad ha estado presente desde antes de la crisis económica de 2008.

Se trata pues de un problema complejo para el que hay que tener en cuenta muchos factores determinantes e intereses económicos. Por un lado la demanda de medicamentos sin receta se ha disparado en Reino Unido ante el miedo de que la ruptura con Europa suponga la escasez de stock y el aumento de los precios a causa de los posibles aranceles; esta inseguridad se ha agravado, además, tras el anuncio de la Agencia Europea del Medicamento  –EMA, en inglés– de su plan de contingencia post-Brexit, comenzando con el traslado de su sede a Amsterdam.

Por el otro, tal y como denunciaron los farmacéuticos ferrolanos, el precio de los medicamentos en España –establecido en el Real Decreto 06/2012–, mucho más bajo que en el resto de países de la Unión y que provoca un doble problema: la importación de los mismos para su posterior venta en el mercado negro –una teoría muy extendida entre los profesionales boticarios–, y la falta de interés de las distribuidoras de reabastecer un mercado en el que obtienen muy pocos beneficios.

Si bien medicamentos como el Adiro 100 miligramos y sus versiones genéricas se han hecho especialmente notorios durante esta época de escasez, lo cierto es que muchos otros como el Nolotil y el Trankimazin sufren retrasos aún mayores. Un rápido vistazo a la web del Centro de Información online de Medicamentos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (CIMA-Aemps) muestra cientos de productos con problemas de suministro estimados hasta mediados del año que viene, algunos incluso, como el Bisolgrip, sin fecha aparente de reabastecimiento.

Parte del problema, según han señalado múltiples profesionales del área de Ferrol, es que muchos de sus usuarios son personas mayores, acostumbradas a tomar un producto y muy reacios a aceptar alternativas. Los medicamentos genéricos, además, siguen siendo vistos con cierta reticencia por una parte importante de la población, que considera dudosa la procedencia de los mismos pese a desconocer también el lugar de fabricación de aquellos de marca. Ferrol, por tanto, no supone una excepción en otro mercado más afectado por las tribulaciones geopolíticas.