El fugaz rayo verde iluminó la ensenada del Orzán

El fugaz rayo verde iluminó la ensenada del Orzán
QUINTANA. PUESTA DE SOL DESDE EL BAR "LA ARPONERA" DE MONTEALTO Y EXTRAÑO FENÓMENO DEL "RAYO VERDE"

Es apenas un parpadeo en el ojo del sol, y son pocos los que pueden presumir de haberlo visto, pero el rayo verde, el fenómeno óptico que se produce cuando en el ocaso aparece un resplandor cetrino, fue capturado este fin de semana en A Coruña. El fotógrafo profesional Javier Quintana lo consiguió cuando estaba sentado en la terraza de un bar, “La Arponera”,  en Monte Alto, que cuenta con una vista privilegiada del Orzán, después de muchos intentos fallidos. “Siempre quise sacar una foto del rayo verde, es una obsesión”, explicó. 
Según él, aquella idea fija le viene desde su niñez, cuando leyó la novela de Julio Verne titulada así, y descubrió la leyenda que la rodea, la de que si dos personas se miran cuando el sol se pone y emite este resplandor, sabrán que están enamorados: “Siempre me han intrigado las leyendas que tienen que ver con  fenómenos lumínicos o cromáticos, como la del Danubio, del que se dice que ves sus aguas azules si estás enamorado, pero si no, las ves grises”. 
En cuanto a cómo consiguió captar un resplandor que en el mejor de los casos dura apenas dos segundos, Quintana afirma que fue el instinto: “El dueño del bar me había dicho que lo había visto en una ocasión y había venido varias veces, pero siempre pasaba algo: o una nube se interponía o simplemente no aparecía”. Pero en aquella ocasión sí hizo acto de presencia. 
“Es algo muy raro, porque tienen que darse las condiciones adecuadas de temperatura y humedad, pero aquel fue el día. Todo el mundo que estaba en la terraza conmigo lo vio y se oyó una exclamación general. La gente flipaba”, asegura.

En los trópicos 
Según el delegado de la Agencia Estatal de Meteorología, Francisco Infante, tenían motivos para hacerlo. “Quizá fuera un fallo de la cámara. No digo que no haya podido ocurrir, pero es mucho más común en los trópicos. Los marineros que han cruzado el Ecuador lo ven a veces puesto que se trata de un fenómeno de refracción de la luz”, señala.  
Quintana está de acuerdo en que es muy raro, por eso se siente más afortunado aún por haberlo podido captar. Ahora piensa en su otro deseo pendiente: sacar una instantánea de una aurora boreal, algo aún más difícil. “Tengo que buscar a alguien que me patrocine un viaje al norte”, bromea. Pero nunca se sabe, porque Infante recuerda que en los años cuarenta se vio una aurora boreal en A Coruña, y podría volver a pasar. Y si es el caso, solo queda desear que Quintana, y su cámara, estén allí para inmortalizarla. n 

 

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