La crecida del Ebro anegó unas 20.000 hectáreas en Aragón, donde se evacuaron más de un millar de personas, principalmente vecinos de las localidades zaragozanas de Boquiñeni y Pradilla que pasaron la noche realojados en casas de allegados y en polideportivos.
“Es la más gorda que recuerda la gente del lugar”, explicó el alcalde de Boquiñeni, Miguel Ángel Sanjuán, al tiempo que aclaraba que el agua del Ebro nunca había entrado por el norte del pueblo.
En Pradilla, pueblo cercano donde el nivel del agua superó los ocho metros de altura, la teniente alcalde, Inmaculada Carcas, afrontó ayer su segunda noche en el pueblo tratando de hacer frente al agua.
En esta ocasión, el Ebro se comportó de una forma “muy rara”, afirmó, ya que el caudal que lleva es el mismo que en la riada de 2007 y sin embargo el nivel es mucho más alto y los daños fueron “mucho mayores e históricos”.
En Boquiñeni, la evacuación de las 980 personas que allí viven fue forzosa y el pueblo está completamente aislado, porque se tuvo que romper incluso la carretera de acceso para evitar que el agua llegara al núcleo urbano. Los agentes de la Guardia Civil se encargaron de ir casa por casa para avisar a la población de que abandonara sus viviendas.
Visita de rudi
La presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, visitó las zonas inundadas y anunció que hoy habrá una reunión con el secretario de Estado de Medio Ambiente, Federico Ramos de Armas, y los consejeros del ramo de Aragón, La Rioja y Navarra para analizar la situación del tramo medio del Ebro y ver cómo se acomete su limpieza.
La reunión ya estaba prevista sin una fecha cerrada y se adelantó para analizar la situación del tramo medio del Ebro, afirmó la presidenta.
Por su parte, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), Xavier de Pedro, advirtió de que la situación es “preocupante” en la zona aragonesa de la cuenca, pero confía en que las motas aguanten.