El primero de los tres destructores AWD australianos, el “Hobart”, está listo en Adelaide para ser echado al mar en los próximos días. La operación se realiza con tres años de retraso sobre lo inicialmente previsto, una demora que, sumada al sobrecoste de más de 500 millones de euros que actualmente acarrea el programa, ocupa enjundiosos debates parlamentarios y muchas páginas en los diarios de aquel país.
La situación contrasta con la experiencia del programa LHD. Navantia entregó antes del plazo marcado la estructura de los dos buques anfibios que construyó para Australia y únicamente se generó algún retraso sobre lo previsto en el último tramo del programa, el que le correspondió a los astilleros australianos de BAE Systems. El Gobierno de aquel país lanzó un órdago a la industria naval hace un año, cuando se puso de manifiesto el grave retraso y los sobrecostes que acumulaba el programa de los AWD. De momento, Australia decidió poner en manos extranjeras –o los astilleros de Navantia o los surcoreanos de Daewoo– la construcción de dos buques logíticos, pero ha de mejorar su eficiencia para que se queden en el país otros encargos como el de la nueva generación de fragatas.
Los debates que se producen en Australia sobre el asunto ponen de manifiesto que la construcción de un buque de guerra no es trivial. Así, responsables de algunas de las empresas auxiliares implicadas en el programa AWD explicaron, cuando fueron invitados a participar en una comisión parlamentaria, el tiempo que han invertido en seleccionar y formar a su personal, en muchos casos durante más de un año, y apuntaron la dificultad que conlleva interpretar los planos del diseñador, Navantia. La preocupación, en aquel país, es que después de haber realizado un gran esfuerzo para desarrollar una industria de construcción naval militar propia, la falta de nuevos encargos lleve a estos trabajadores a buscar empleo en otros sectores.
Con este telón de fondo se llega por fin al hito de poner el “Hobart” en el mar. No será una botadura desde grada, sino que la operación se realizará utilizando un syncrolift. El buque será desplazado mediante una estructura de ruedas desde donde está situado ahora, en una explanada a unos cuantos metros del mar, hasta esa especie de muelle sumergible. Una vez allí, este descenderá lentamente y el barco quedará a flote.
Cuando arrancó el programa estaba previsto que la botadura se produjese en 2012 y la entrega se situaba en diciembre del pasado 2014. Según la planificación actual, se espera que el primer destructor esté terminado para 2017 y que los siguientes, el “Brisbane” y el “Sydney” se incorporen a la Armada en la segunda mitad de 2018 y principios de 2020.