Un fallo de motor en un avión de Vueling deja a un centenar de coruñeses en tierra

Un fallo de motor en un avión de Vueling deja a un centenar de coruñeses en tierra

El aeropuerto de Alvedro no levanta cabeza. Tras registrar varios desvíos en los últimos días, ayer fue el protagonista de una nueva mala noticia debido al fallo de uno de los motores de un avión de Vueling que dejó en tierra durante más de ocho horas a un centenar de coruñeses. La mayoría de los afectados perdieron conexiones para viajar a otros países o se vieron envueltos en la imposibilidad de llegar a Barcelona para embarcar en los cruceros por distintos puertos del Mediterráneo que habían contratado.

En la misma semana en la que el Gobierno local de la Marea anunció un incremento del convenio económico y de rutas con Vueling, la aerolínea dejó sin vacaciones –o al menos le amargó el inicio de estas– a un buen número de pasajeros. La de ayer no fue una jornada fácil en Alvedro dado el enfado de alrededor de un centenar de personas que fueron obligadas a bajar de su avión a las 07.00 horas, cuando estaban recorriendo la pista a punto de partir hacia el aeropuerto de El Prat.

Según diversas fuentes, un problema en el motor fue la causa del incidente. Los propios pasajeros, que tuvieron que dirigirse a la zona pública de la terminal porque la cafetería de la zona posterior a los filtros estaba cerrada, aseguraron que el comandante les explicó que no podían volar porque el motor derecho se sobrecalentaba. Algunos usuarios que viajaban a la altura de las alas aseguran que cuando empezó a moverse les llegó un fuerte olor a “gasolina o queroseno”.

No aceptaron recolocarlos

A pesar de las insistentes peticiones de los usuarios para que los recolocaran en otro avión o los enviasen a otro aeropuerto gallego desde el que pudiesen volar a Barcelona para iniciar sus actividades tal y como tenían previsto, Vueling descartó todas esas posibilidades y se limitó a enviar la aeronave a uno de los hangares del aeropuerto para que los técnicos lo reparasen. La avería que debería estar solventada en poco tiempo, relativamente, se alargó durante casi ocho horas.

Después de apearse del avión casi de madrugada, a mediodía los pasajeros todavía daban vueltas por la terminal o se apostaban en la cafetería cubriendo hojas de reclamación. El primer anuncio que se dio es que la ruta se cubriría finalmente a las 13.15 horas. Sin embargo, en la propia página web del aeropuerto aclararon más tarde que la conexión se realizó a las 15.38 horas, mientras que aterrizó en Barcelona a las 17.08 horas. Finalmente se consiguió cumplir esa última previsión aunque la amenaza de tormentas sobre El Prat hicieron temer lo peor a los clientes.

Volar más de ocho horas después de lo que estaba programado solo sirvió a aquellas personas cuyo destino final era la propia ciudad catalana. Sufrieron perjuicios pero, finalmente, arribaron a su destino en el día.

Sin asumir los gastos extra

Caso distinto fue el de la mayoría del pasaje, ya que decenas de coruñeses pretendían comenzar ayer sus vacaciones a bordo de diversos transatlánticos que programaron itinerarios por las ciudades del Mediterráneo. Unos debían haber subido a un barco en el puerto barcelonés a las dos de la tarde, otros a las cuatro.

Nadie fue capaz de llegar y se toparon con la negativa de la low cost (que recibe la mayor subvención municipal en estos momentos), que se negó, según los perjudicados, a hacerse cargo de los gastos extra provocados por el retraso y la falta de previsión.

Ya en Alvedro los usuarios hacían cábalas sobre si podrían llegar en avión al siguiente puerto que tocasen sus cruceros y un grupo llegó a asegurar que estaba intentando “alquilar una furgoneta” para llegar por tierra a ese destino ya en otro país. “Tíñamos que chegar de sobra aos cruceiros saíndo ás sete da mañá”, comentaba una viajera, que tenía previsto poner una reclamación ante Consumo de la Xunta.

El propio mostrador de atención en tierra, que gestiona personal de Iberia, soportó intensas colas para que todos presentasen sus preceptivas quejas a la propia Vueling por los problemas derivados del atraso en la salida.

En la cafetería otro pasajero se quejaba de que no pudo subirse a un avión a Cerdeña con el que pretendía llegar al mundial de vela de J-70 para gestionar la burocracia. Así perdió una reserva en un hotel y tendría que coger un ferry desde Barcelona como el resto de la tripulación que viajaba por tierra con la embarcación.

"Nos dejarán participar en la prueba pero llegar tarde no da una buena imagen", reprochaba, rodeado de otras personas que vivían situaciones de desesperación bastante parecidas.

Un fallo de motor en un avión de Vueling deja a un centenar de coruñeses en tierra

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