El día de Chamorro no sería igual sin los romeros. Estos no fallan a su cita anual cada Lunes de Pascua con la Virgen del Nordés, si bien, los menos fieles y más amigos del deporte o el paseo por la naturaleza varían cada año en mayor o menor medida dependiendo del tiempo.
Ayer todos tuvieron suerte y las lluvias continuas de la noche del domingo desaparecieron del cielo, que amaneció azul para esta festividad local.
Desde primeras horas pudo verse actividad en la zona, algunos empezaron su andadura ya desde Serantes y otros optaron por acercar el vehículo particular lo máximo posible, y acometer el ascenso a pie solo de la subida, por donde estaba prohibido circular salvo a los autobuses que portaban a personas mayores o con movilidad reducida.
Subir andando a Chamorro, la primera romería de la primavera en Galicia, supone pasar por diversas estaciones de Vía Crucis, donde los romeros van depositando piedras. Pero más allá de la religión, hay otra serie de paradas marcadas por los puestos ambulantes.
Comprar unas rosquillas para comer en lo alto del monte es casi indispensable si se quiere cumplir estrictamente con la tradición. Una costumbre que, por supuesto, no olvida las velas y los exvotos característicos de toda romería a una ermita. Quienes no las traen de casa pudieron adquirir en los distintos puestos figuras de rostros o de cuerpos enteros para depositar en la capilla de la Virgen del Nordés y pedir o agradecer algún favor a la santa.
Cientos de velas suben la cuesta del monte de Chamorro y llegan a la iglesia, en la que a lo largo de la mañana se celebraron hasta cuatro misas. La más numerosa, en cuanto a asistentes se refiere, fue la de la una, a cuyo término tuvo lugar la procesión, con la pequeña imagen que pese a su tamaño tiene un gran número de fieles.
La capilla de Chamorro se transforma también en esta fecha, tiñéndose de rojo y fuego, el color de las velas y la luz que desprenden.
Precisamente el mediodía fue el momento más álgido de la jornada, aunque muchos, sobre todo los más jóvenes, optaron por quedarse y comer en el entorno de la ermita, en las ya famosas piedras del monte de Chamorro, antes de iniciar la bajada.
ambiente
No todo es religión en el Lunes de Chamorro, y así como la Semana Santa se considera también un evento turístico, su despedida, el Lunes de Pascua, también lo es para los ferrolanos.
Por eso, la música y el buen ambiente estuvo presente a lo largo de la jornada. Las gaitas no podían faltar en este día pero también hubo guitarras y canciones de los propios romeros.
Muchos bocadillos y bebidas, tenis en los pies y algún que otro paraguas de aquellos que ni rezando a la Virgen se fían del tiempo en estas fechas. También entre los asistentes los típicos comentarios del origen de la leyenda de la Virgen de Chamorro y la ubicación de la ermita en lo alto del monte. Opciones para todos los gustos y leyendas paganas y religiosas para que, en suma, se pueda celebrar una fiesta o rendir culto a una creencia.
Con el Lunes de Chamorro concluye ya definitivamente la Semana Santa ferrolana, con una imagen que deja el camino y lo alto de monte lleno de gente frente a unas calles del centro de la ciudad que notan de repente la ausencia de gente, sobre todo en comparación con esta semana pasada en la que, como cada año, la población se multiplicó.