Un kilómetro y medio de natación, cuarenta más de ciclismo y diez finales de carrera a pie. En total, 51.500 metros de agua y suelo estadounidense separan a Javier Gómez Noya de reescribir, de nuevo, la historia del triatlón internacional. Esta noche –está previsto que la carrera comience a las doce, aunque podría adelantarse o retrasarse dependiendo de la meteorología de Chicago, cambiante–, el ferrolano tiene la oportunidad de quedarse completamente solo en un club de entrada muy exclusiva, el de aquellos competidores que hayan ganado cinco cetros mundiales en distancias olímpicas. Estrenaría la figura de pentacampeón de las Series, desconocida hasta el momento, y llegaría a los Juegos de Río de Janeiro el próximo año como el rival a batir por excelencia.
Pero primero hay que completar el último triatlón del torneo, la Gran Final de Chicago, en la que Gómez Noya es el único atleta que depende de sí mismo para revalidar su título. Si consigue un puesto entre los tres primeros será ya imposible que nadie le alcance, pero las matemáticas le ayudan en muchos otros hipotéticos escenarios que involucran a sus perseguidores más tenaces. Hay incluso posibilidades de que el gallego no se lleve el oro, pero casi todas pasan por lo que algunos cronistas norteamericanos han denominado como “mayor malfunction” que, traducido libremente, quiere decir “desastre monumental”. Este desastre, dejando de lado cuestiones como problemas físicos, que esta campaña han respetado bastante al ferrolano, sí podrían presentarse en forma de tropiezo en un circuito trazado en cierto modo “a mala idea”, con giros de hasta 180 grados en el ciclismo, todo un reto si se presentan condiciones como lluvia o viento.
No se debe olvidar Gómez Noya de vigilar de cerca a sus rivales por las medallas de las Series Mundiales, especialmente a los tres más próximos, todos ellos con al menos una victoria este año en su haber. Mario Mola –segundo–, Vincent Luis –tercero– y Richard Murray –cuarto– tienen características parecidas al departamental, con el atletismo como punto fuerte, pero no todos pueden presumir, por ejemplo, de una natación tan decisiva como la del triatleta local. Y para darle, si cabe, más emoción, el más pequeño de los hermanos británicos Brownlee, Jonathan –que estaba lesionado–, ha cumplido con su promesa y regresa a la competición a tiempo para la Gran Final. Su posición no alterará el ranking del circuito, pero lo cierto es que Jonathan sí puede cambiar el ritmo de la prueba si llega en plenitud de condiciones. Solo su hermano Alistair –convaleciente en la actualidad de una operación en el pie– y el propio Javi han ganado antes esta carrera, circunstancia que él aspira a cambiar.