El actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y quien será su sucesor, Donald Trump, se reunieron ayer por primera vez en la Casa Blanca y mantuvieron una conversación calificada de “excelente” por el propio Obama. El actual mandatario reiteró que su “prioridad número uno” es la de “facilitar la transición” y expresó su voluntad de trabajar “para que el presidente electo tenga éxito”.
En este sentido, abogó por que sus respectivos equipos trabajen juntos, “independientemente” del partido y de las ideas políticas de cada uno.
Obama y Trump hablaron de un amplio abanico de temas que incluyó cuestiones tanto de política exterior como interior, según explicaron ambos al término del encuentro en una breve comparecencia ante los medios de comunicación. El magnate neoyorquino reconoció que la reunión duró más de lo esperado.
Para Trump fue “un gran honor” verse con Obama, con quien nunca antes se había reunido. El presidente electo describió al actual inquilino de la Casa Blanca como “un muy buen hombre” y confía en reunirse con él “muchas veces más”, en un tono cordial y alejado del discurso bronco que marcó la campaña previa a las elecciones.
El portavoz de la Presidencia, Josh Earnest, aseguró que Obama salió del encuentro con “renovada confianza” en el “compromiso” de Trump para lograr una “transición suave”, divergencias políticas aparte. “La reunión ha sido un poco menos incómoda de lo que algunos podrían esperar”, añadió.
Por otro lado, Trump y el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, acordaron trabajar juntos “por el pueblo estadounidense”, a pesar de las diferencias que los dos líderes republicanos han evidenciado durante la campaña electoral. Trump acudió ayer al Congreso acompañado de su mujer, Melania, y del que será su vicepresidente, Mike Pence, para avanzar la agenda legislativa que su Administración pretende poner en marcha a partir del 20 de enero.
“Creo que vamos a hacer cosas absolutamente espectaculares para el pueblo estadounidense”, dijo Trump, en unas breves declaraciones a la prensa. “Vamos a bajar los impuestos, como ya sabéis”, detalló, apuntando también a temas como la reforma sanitaria y la inmigración.
Ryan, por su parte, comentó que tuvieron una reunión “productiva, fantástica”, en la que acordaron “trabajar juntos”.
“Vamos a remangarnos para trabajar por el pueblo estadounidense”, destacó.
El jefe de la Cámara de Representantes prometió convertir la “impresionante victoria” de Trump en “progreso”. “Hemos estado hablando de cómo dar la vuelta a este país para hacerlo grande de nuevo”, dijo, usando el eslogan de la campaña republicana.
Ryan, una joven promesa del Partido Republicano que llegó a sonar como candidato presidencial para 2016, ha criticado abiertamente a Trump e incluso llamó a los congresistas a hacer campaña al margen de sus proclamas para asegurar el dominio parlamentario.
Por su parte, la jefa de la campaña de Donald Trump para las elecciones presidenciales de Estados Unidos, Kellyanne Conway, reveló ayer que el magnate neoyorquino le ha ofrecido ya un puesto en la Casa Blanca. Conway reaccionó a una información de Gabriel Sherman, de NBC News, según la cual la jefa de campaña expresó en privado su reticencia a aceptar un puesto en la nueva Administración porque quiere seguir con sus negocios. “Falso”, contestó Conway en Twitter. “¿No será que esas fuentes quieren el trabajo en la Casa Blanca que se me ha ofrecido?”, añadió, sin dar detalles.
Conway es uno de los pocos nombres femeninos que suenan para formar parte del Gobierno de Donald Trump.
Otros de los potenciales candidatos son el exalcalde de Nueva York Rudy Giuliani y el exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie. n