A María Jesús Castro siempre le había llamado el voluntariado y la cooperación, pero sus hijos eran demasiado pequeños y las ONG que en las que se estuvo informando exigían estar mucho tiempo en la misión, por lo que fue dejando de lado el tema. Ahora, esta doctora de As Pontes y trabajadora en el PAC de Vilalba, retomó su idea dado que su descendencia es ya mayor, y al conocer Proactiva Open Arms –organización no gubernamental cuya principal misión es rescatar del mar a aquellas personas que intentan llegar a Europa– no se lo pensó dos veces.
“Vi que más o menos cumplía el perfil del tipo médico que buscaban con formación en emergencias y me interesó porque me parece un problema gravísimo lo que está ocurriendo”, destaca la profesional sanitaria. Salió de la villa pontesa el pasado día 6 porque se suponía que el barco, atracado en Barcelona, zarpaba para una misión el día 8, pero desde ese mismo día permanece aún atracado en el puerto catalán debido a que Capitanía Marítima –dependiente del Ministerio de Fomento– denegó el permiso para que el buque saliese.
“Lo que ellos alegaban era que el “Open Arms” tiene permiso para 18 tripulantes y que si, de repente, se encuentra con más tripulantes rescatados o quien sea, no tiene permiso para tanta gente, por lo que tendría que dejarlos en el puerto seguro más cercano. Italia ni siquiera contestó la última vez a la petición de auxilio, Malta y Francia dijeron que no y solamente España dijo que sí, entonces la culpa no es de la ONG, por eso digo que la denegación del permiso son temas administrativos no por culpa de Proactiva”, señala Castro.
La doctora explica que el sentimiento que más les invadió, tanto a voluntarios como a la tripulación, en las tres semanas que pasaron dentro del barco sin poder dedicarse a lo que realmente iban fue el de frustración, porque “veíamos que iban pasando los días y que el permiso no iba a llegar y veías, además, en las noticias que habían aparecido cadáveres en las costas de Libia, que habían rescatado a tres personas de una balsa que llevaba a más de 100... es un problema que va a seguir pasando y que hay que solucionarlo de otras maneras a nivel político y demás, claro que sí, pero mientras la gente se está muriendo”, asegura.
En su experiencia, María Jesús Castro coincidió con más gallegos que querían colaborar con la acción de Proactiva Open Arms, como un maquinista de Vilanova de Arousa y otro chico de Bueu.
Concienciación
Para esta pontesa hay una parte de la sociedad que entiende y valora la labor activista de las organizaciones y los voluntarios que tratan de salvar las vidas de todos aquellos que salen de sus países de manera obligada en busca de un futuro mejor, pero también asegura que otra parte no está de acuerdo y, sobre todo, que todavía hay mucho desconocimiento. “Una cosa que me llamó la atención es que allí en Barcelona, en particular, y en Cataluña, en general, se conoce muchísimo a esta ONG y se le apoya mucho, pero en el resto de España, por ejemplo aquí en Galicia, cuando dije que me iba, muchísima gente no sabía ni si quiera quienes eran”, destaca. Cuando lo comentó a su familia, aunque le mostraron su preocupación, la apoyaron “como siempre”.
Aunque regresó de Barcelona el pasado día 25, su mente sigue puesta en el puerto catalán y en el Mediterráneo deseando que llegue la orden que permita zarpar al buque. “Estamos en contacto, pero ahora ya si sale, lo haría con la misión de febrero. Pero seguimos intentando buscar maneras de hacer presión desde donde estemos”, comenta, al mismo tiempo que no tiene dudas a la hora de responder a la pregunta de si repetiría. “Por supuesto. Todos los de la misión, además, ya dijimos que en el primer hueco que haya vamos. Es que al final estuvimos allá tres semanas, haciendo presión, aguantando, pero sin poder hacer a lo que íbamos y es la espinita que te queda”, confiesa la pontesa tras casi una semana en casa desde su regreso.
Problema de todos
“Si tu país está en guerra o con una hambruna o lo que sea, tú vas a huir a buscar una vida mejor. Lo hemos hecho siempre, lo han hecho nuestros abuelos yéndose a Sudamérica, a Europa central... la emigración ha existido siempre. Nadie quiere irse de su país por gusto, de hecho, comentándolo con voluntarios que habían estado en otras misiones, muchos les dijeron que por ellos no se hubiesen ido si estuviesen bien”, apunta la doctora.
Asimismo, asegura que “esto va a seguir pasando, lo que no puede ser es que tú dejes morir a toda esa gente porque a ti no te interesa que vengan a tu país”.