Durante los últimos ocho meses se ha hablado mucho sobre las secuelas físicas que la Covid está dejando en los pacientes, pero se suelen ignorar más las consecuencias psicológicas que una situación de pandemia puede causar en la población en general, especialmente tras el confinamiento. Y es que, una vez terminó el encierro, aumentaron las consultas relacionadas con la salud mental, incluso entre personas que no habían necesitado de esta asistencia. Andrea García, directora de la clínica Arela de Ferrol, apunta que “hay mucha gente que está sufriendo mucho más ahora”, presentando sentimientos de “tristeza, melancolía, depresión o ansiedad”.
“No es una situación natural, algo para lo que nos pudiéramos preparar previamente, ni es algo que se pueda soportar por tanto tiempo”, apunta García, al tiempo que advierte de que “tolerar la situación” es “un discurso que deberíamos haber abandonado hace mucho tiempo”. La profesional señala, además, la importancia del contexto a la hora de afrontar la salud mental; mucha gente llega a su consulta “extrañada” de sentirse de un modo diferente, “cuando la explicación es suficiente con pararnos a pensar en el contexto que estamos viviendo”.
Esta situación se ve reflejada, además, en el ámbito laboral y familiar. En el primero de los casos, García alerta de que muchas empresas no están siguiendo las recomendaciones del Colegio de Psicólogos sobre el teletrabajo “y están exigiendo más de lo que exigían cuando [el trabajo] se hacía de forma presencial, y eso pasa factura”. “Esta es una situación que, al contrario de exigirnos más o pensar que hay que hacer más, hay que bajar el ritmo y cuidarnos muchísimo”.
En cuanto al ámbito familiar o de la pareja, Andrea García recuerda que el confinamiento supone pasar mucho tiempo con las mismas personas, las cuales son “con las que solemos expresarnos y desahogarnos” por ser de confianza, pero que al final “la saturación y sobrecarga que está viviendo cada uno al final repercute recíprocamente”.