Hubo un momento en la carrera del actor Enrique Arce en el que “todo se fue al garete”. La fama, el éxito y el dinero se desvanecieron, pero el tiempo no, y de ahí nació su primera novela, “La grandeza de las cosas sin nombre”, un retrato filosófico y emocional del “encanto de los vencidos”.
“Todo lo que tuve lo dediqué a destruirlo y a destruirme con ello. Y pensé: ‘Si yo me he dedicado a llevar este barco y llevarlo tan mal, creo que debo relajarme y que lo lleve otro’, ese otro intangible e imponderable que mueve el universo”, el tema que inspira el libro, ha explicado Arce (Valencia, 1972) a Efe en una entrevista.
Arce, coprotagonista de “La casa de papel”, ha dejado a un lado la interpretación para presentar su faceta literaria, “su talento natural”, a través del relato de una persona que siente que no está en su sitio y que emprende un “viaje iniciático” para transformar su vida, un periplo del héroe contemporáneo.
El protagonista de la novela, Samuel, es un reconocido actor que ha sido galardonado con un premio muy importante en EE.UU. No obstante, al poco de llegar a su casa, recibe una terrible noticia: su hermana, a la que no ve desde hace 12 años al dejar España, ha muerto, y el encargado de darle la noticia es su padre, al que apenas conoce.
A partir de ese momento, empezarán a sucederle una serie de sucesos relacionados con su infancia interrumpida, llevándole a recorrer un viaje de vuelta hacia sí mismo y, de paso, a poner en orden su vida interior.
“Es una novela muy emocional que intenta conmover al lector y darle pistas también, ya que hay filosofía de vida y espiritualidad en la misma. Además, toca muchos mimbres universales: el desamor, las relaciones de pareja, las adicciones, el perdón, la figura paterna, la infancia...”, ha subrayado.
La obra está llena de personajes que dan voz a diferentes áreas de la vida y sus arquetipos, como una madre abandonada cuyo hijo tiene síndrome de Down y que “representa los golpes de la vida”, o Larry, el agente de Samuel, un tiburón de los negocios y que, bajo su dura coraza, es absolutamente empático.
Su estilo literario, dice, es el que ha alimentado desde muy joven la creatividad de los clásicos, de Charles Dickens a Gabriel García Márquez, pasando por Antonio Muñoz Molina, sus escritores favoritos.
“Trato de escribir cuidadosamente, que el lector vea no hay un actor que simplemente te ha escrito una historia, sino que hay una persona que sabe escribir. Intento, no emular, sino fijarme en los mejores literatos y conseguir que, cuando alguien lea mi obra, piense: ‘Este es Enrique Arce, y no el actor, el escritor’”, ha apuntado.
El intérprete está “disfrutando mucho” de esta nueva experiencia, debido a que no “sufre” la necesidad de triunfar y “puede tomárselo como un juego”.
“Por poner un ejemplo, soy el abuelo de mi escritura y el padre de mi interpretación. No le tengo que exigir a mi carrera de escritor, a diferencia de la actoral”, ha añadido.
Sin embargo, no tiene ninguna novela más pensada para el futuro, ya que la historia no la buscó, “le vino”, y no pretende escribir un libro cuyo tema esté buscado ávidamente.
“Ahora mismo estoy hasta arriba de trabajo. A lo mejor el libro inicia una historia paralela, una película, puede que pruebe como columnista... Esto acaba de empezar, pero por lo menos he abierto la puerta de otro tipo aventura”, ha añadido el actor