“Muy contenta. Siempre se agradece que se reconozca el trabajo y además en este caso es un premio que llega de mis propios compañeros de profesión, que valoran lo que hemos hecho”.
Así de ilusionada y agradecida se muestra Sandra Sánchez (Narón, 1970) días después de haber recibido el premio Mestre Mateo de la Academia Galega do Audiovisual en la categoría de Mejor Cortometraje de Imagen Real por su obra “A nena azul”.
Un corto de ficción que, según explica, nació íntimamente ligado a “La Nadadora”, otro proyecto más largo en el que ya estaba embarcada y que tiene como protagonista a Sira, una niña de quince años.
En pleno proceso de escritura de este guion, sintió la necesidad de explorar y conocer un poco más el universo de esta joven. Optó por abordar su infancia, retrocediendo en el tiempo para encontrarse con la Sira de ocho años.
Todo sucede en una playa de la Costa da Morte, en pleno invierno. Hasta allí se desplaza la protagonista tras escaparse del colegio. “Se entiende que ha sufrido algún episodio de acoso escolar y llega sola a una playa desierta en busca de su padre, un percebeiro furtivo y toxicómano. El padre no está, sí sus cosas, por lo que se entiende que él está en el mar”, explica.
En esa soledad de la playa, la protagonista se topa con otra niña con la que tiene un encuentro “un tanto misterioso y sobre el que girará toda la narración”.
La obra, ganadora del Premio Luisa Villalta de Proxectos Culturais pola Igualdade de la Diputación da Coruña, “es básicamente una película sobre el fin de la infancia”, dice.
Temática
Aunque de forma tangencial aborda cuestiones como el problema de la droga en la Galicia de los años 80 y 90 o del acoso escolar, está centrada en esa etapa de la vida en la que uno deja de ser niño “para pasar al siguiente nivel, a la adolescencia; ese punto en el que se pierde la inocencia”, dice.
Habla así en su pieza de los problemas en concreto de esta niña pero también de cómo se construye su propia identidad cuando está empezando a crecer, “cuando empiezas a entender quién eres y cómo eres, y de alguna manera, esa niña misteriosa que aparece en la playa, no deja de ser como un espejo”, cuenta.
El corto ha sido rodado íntegramente en exteriores, en varias localizaciones de la Costa da Morte como Camariñas, Santa Mariña y Cabo Vilán, una zona que le llama mucho la atención.
Siempre me atrajo la grandiosidad de su paisaje y también me parece que tiene algo mágico; me parece uno de los lugares wmás fascinantes”, indica.
Para la elección de las protagonistas hicieron un casting en la propia Costa da Morte bastante exigente. Por él pasaron más de cien niñas, de las que fueron escogidas Carla y Lucía. “Son increíbles y están espectaculares en la película. Fue un rodaje bonito pero no precisamente fácil”, comenta.
El proyecto del corto se convirtió además en uno más ambicioso que le valió el Premio Luisa Villalta de Proxectos Culturais pola Igualdade convocado por la Deputación da Coruña. “Como se daba la circunstancia de que en esta película la mayor parte de las jefas de equipo éramos mujeres –guionistas, productora y directora, directora de arte y fotografía…–, cosa que es poco habitual en el panorama del cine, nos hizo reflexionar y pensamos que podía servir como punto de partida para hablar de la igualdad en el cine. Entonces desarrollamos una serie de actividades en la Costa da Morte, como charlas en institutos, encuentros con alumnos o un taller de cine con mujeres adultas que nunca habían tenido contacto con el audiovisual y acabaron haciendo un corto”, destaca la directora nacida en Narón pero que, desde los cuatro años, reside en A Coruña.
La obra, que fue estrenada hace cuatro meses y ahora mismo está en su etapa de recorrido internacional formando parte del catálogo Shorts from Galicia 2019 de Agadic, posee además en su palmarés una mención especial del Jurado Planeta GZ y el Premio Crea a la mejor dirección gallega en Cortocircuito International Film Festival.