Magis Iglesias | “La Transición no fue tan estupenda y tan maravillosa; fue durísima”

Magis Iglesias | “La Transición no fue tan estupenda y tan maravillosa; fue durísima”
La periodista, en la presentación en el Congreso | montserrat boix (cc BY-SA 4.0)

El acto de presentación contará con la presencia, precisamente, de una de esas mujeres pioneras –fueron 27 de más de medio millar de diputados y senadores–, la ferrolana Nona Inés Vilariño.

¿Qué aborda el libro?

Es el resultado de mi experiencia personal como mujer y periodista. En 2008 fui elegida presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España –FAPE– y me convertí en la primera mujer que ocupó ese puesto en una organización con 83 años de historia. Eso, unido al hecho de haber sido de las primeras mujeres que entraron al mundo profesional después de la dictadura, marcó mi vida laboral. Presidir la FAPE fue un honor y fue maravilloso, pero también durísimo; es una realidad que yo he tenido la fortuna de vivir y que no todo el mundo conoce. Por lo tanto, como periodista me sentí obligada a contarlo y a contar lo que hacen otras porque los periodistas, así lo entiendo yo, no deben hablar de sí mismos, sino que tienen una misión social que es hablar de la sociedad en la que sirven. Como soy especialista en información política y parlamentaria, concentré la mirada en las primeras parlamentarias.

 

¿Por qué fue dura la etapa en FAPE?

Romper moldes de tantos años si no es con un cambio de mentalidad... Y un cambio de mentalidad no se produce en todos los ámbitos y en todas las personas al mismo tiempo. Por ser mujer, y tengo que decirlo de manera tajante, sufrí unas dificultades añadidas que no habría pasado un hombre. No estoy descubriendo nada porque esto le ha ocurrido a todas las mujeres de mi generación que han pisado un territorio inexplorado por la mujer. Hay una parte de nuestra realización, de nuestros derechos, que hemos ido recuperando a partir de esa Constitución (artículo 14) y, sin embargo, está ocurriendo y, por desgracia, durante algún tiempo lo padeceremos. Creo que se ha avanzado muchísimo y más se va a avanzar.

Esas mismas dificultades que tuvieron las primeras parlamentarias de la Transición.

Efectivamente; si no son las mismas, son similares. El libro consta de 27 biografías que están repartidas en 13 relatos reportajeados sobre las mujeres vivas que he entrevistado; hay otras tres vivas cuyo perfil político lo he incluido porque no han querido hacer la biografía como las anteriores y, por último, once que han fallecido. Todas ellas tienen su reflejo y ese perfil humano, profesional y político. Desde Beauvoir sabemos que, en el caso de las mujeres, lo personal es político y en el caso de los hombres también, pero ellos no lo han asumido todavía: no saben que su comportamiento personal en el ámbito privado forma parte también de su trayectoria profesional.

Aunque cada caso es distinto, en términos generales, ¿cuál fue la aportación de estas 27 mujeres?

En primer lugar, su presencia. El simple hecho de su presencia rompe 40 años de silencio y de expulsión de la mujer de la vida política. Aunque había alguna, como una de las senadoras reales que había ejercido la política en el franquismo, esas eran designadas. En este caso estamos hablando de mujeres electas en sufragio universal, con todas las garantías democráticas en que se celebraron las elecciones de 1977. En segundo lugar, aportaron otra mirada. Sabemos que 27 de quinientos y pico son muy pocas, pero de cero a 27 es un salto infinito. Hay que reconocer que se las ninguneaba, se les faltaba al respeto, y, aunque pudieran tener las mismas o incluso más capacidades que muchos hombres, no hay una sola mujer que fuese ponente constitucional; en la Comisión constitucional, donde se aprueba todo el texto que va a ir al pleno y se negocian todos los artículos, solo hay una mujer porque ella se empeña en estar ahí. Ellas lucharon cada milímetro y cada espacio del territorio, nada les fue regalado, y eso fue resultado de su valentía, de su esfuerzo, de su pertinacia, de su brillantez, de su talento. Ellas estuvieron en un mundo donde todo estaba hecho a la medida de los hombres.

¿Piensa que se está mitificando o idealizando la Transición?

Yo no creo en los mitos; sé que existen y son inevitables en la historia y el imaginario colectivo de una sociedad, pero no tienen el valor de las realidades. Nuestra Constitución es una realidad que no existía en 1977 y que existió a partir de 1978. Y no fue de repente. Fue un proceso muy duro y muy difícil. La Transición no fue tan estupenda ni tan maravillosa; fue durísima, muy violenta, cada día había un muerto, ultraderechistas en la calle agrediendo y matando, ETA, los GAL... La Transición no fue fácil, los políticos tuvieron mucho coraje, pero no todo lo que hicieron fue maravilloso; hubo quien se levantó muchas veces de la mesa de negociación, había parte de la negociación que se hacía a escondidas... Fue una obra colectiva, sí, pero muy dificultosa, que nadie piense que aquello fue jauja. Parece que ahora todos sufrimos y que entonces todo era estupendo y que aquello era el mundo ideal, y no, para nada. Hay un momento muy potente, que es cuando se produce la amnistía en la que se reconciliaron víctimas y verdugos, que fue gracias a la generosidad de ambas partes, pero sobre todo de las víctimas. Ese momento no se hace para una foto, no es una improvisación, sino el resultado de un sacrificio y de renuncias muy largas. Y eso fue debido a que toda la sociedad remó en la misma dirección de superar lo que nos separa. Y eso, cada vez que hay dificultades, la Constitución nos lo recuerda porque está hecha para el encuentro.

¿Cree que los políticos de entonces tenían más altura de miras?

Son momentos históricos distintos y hacer esa comparación es muy fácil. Sí hay una gran diferencia en formación y concepto de la política. Ahora bien, la sociedad también es diferente: mejor en muchas cosas y peor en otras. Y eso pasa también con los políticos. Por ejemplo, así como nuestros políticos hablan muy buen inglés, entonces nadie lo hacía. Esto, que no es más que una anécdota, nos demuestra que aquella era una sociedad, esta es otra, y que hay que sacar lo mejor de esta sociedad. Entonces las mujeres no tenían plenos derechos, no eran consideradas con los mismos derechos que los hombres, y hoy estamos llegando a lo que se entiende como paridad. Tenemos mucho camino andado, es una democracia muy consolidada y muy respetada fuera de España. ¿Que vemos inmadurez en los líderes políticos actuales? Es verdad, pero también hay inmadurez en la juventud española, es decir, los políticos responden a la sociedad, y la sociedad debe comprometerse y exigirle lo máximo a los políticos. Creo que nos hemos apalancado en una actitud pasiva de la democracia pensando que los políticos lo van a dar todo hecho. Y estar en democracia significa asumir responsabilidades individuales y colectivas. No podemos echarle la culpa solo a los políticos.

Magis Iglesias | “La Transición no fue tan estupenda y tan maravillosa; fue durísima”

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