El mal denominado Frankenstein es una criatura sin nombre creada en un experimento de ciencia extraña por el científico Víctor Frankenstein en la novela de “Frankenstein” publicada en 1818 por Mary Shelley.
Así, ampliamente considerada como la primera obra de ciencia ficción que exploró las consecuencias destructivas de las transgresiones morales y científicas, un nuevo estudio publicado en BioScience sostiene que el horror de la novela gótica de Mary Shelley se basa en un principio fundamental de la biología.
Los co-autores apuntan a una escena clave, cuando la criatura se encuentra con Víctor Frankenstein y solicita una compañera para mitigar su soledad. La criatura distingue sus necesidades dietéticas de las de los seres humanos y expresa además su disposición a habitar en las “selvas de América del Sur”, sugiriendo exigencias ecológicas diferentes.
Frankenstein accede inicialmente a la petición, dado que los seres humanos tendrían pocas interacciones competitivas con un par de criaturas aisladas, pero luego invierte su decisión después de considerar la capacidad de reproducción de las criaturas y la probabilidad de extinción humana, un concepto denominado exclusión competitiva. En esencia, Frankenstein estaba salvando a la humanidad.
“El principio de exclusión competitiva no se definió formalmente hasta la década de 1930”, dijo Nathaniel J. Dominy, profesor de antropología y ciencias biológicas en Dartmouth.
“Teniendo en cuenta las bases tempranas de Shelley sobre este concepto fundamental, utilizamos herramientas computacionales desarrolladas por los ecólogos para explorar si, y con qué rapidez, una creciente población de seres humanos podría conducir a la extinción.”
“Nuestro estudio se suma al legado de Mary Shelley, mostrando que su ciencia ficción anticipó con precisión los conceptos fundamentales de la ecología y la evolución por muchas décadas”, afirma. n