Sobre formas y contenidos

Que las formas significan, a estas alturas, no es casi decir nada. Que los dos son uno, tampoco. Cuando uno escribe algo debe contar hasta diez, darse una vuelta, es lo que se llama reflexionar. La vehemencia en principio solo indica intenciones, la mayoría de las veces desbordadas o bien por un infantilismo o por la ignorancia. Una ignorancia a la que le gusta bañarse en los océanos de su autocomplacencia. Toda esta pequeña introducción para reseñar el artículo nada afortunado de un columnista de este periódico sobre la homosexualidad o el Día del Orgullo Gay. El tener la oportunidad que nos brinda Diario de Ferrol para escribir a aficionados, no significa que uno no se tenga que hacer cargo de sus opiniones, de las formas, de la educación.
Creo se puede estar en contra de todo o casi todo pero también soy consciente de que hay que argumentar, exponer y no insultar, agredir a algo tan obvio como la intimidad. Es verdad que se pueden poner en duda lo que significan los Días de..., pero en todo caso todos ellos y no sólo algunos porque no nos guste el contenido. Lo que uno no comprende debe callárselo y dejar que los días rezumen su entendimiento o que se tenga una revelación y así poder tener un argumento. Las palabrotas o los insultos solo suponen un atajo infantil, una vagancia argumental, o si se quiere una minoría de edad. El mundo no me gusta pues lo insulto y le escupo. Lo normal es que en este camino uno se pase de rosca, de chistoso. Vivimos en una ciudad en que atajar se nos da muy bien, llevamos practicándolo hace mucho tiempo.
Comprender es establecer puentes, el camino es más largo incluso más desagradable pero nos construye más. A ver si ya de una vez consideramos a la sexualidad como algo que pertenece a la intimidad de cada uno, libremente aceptada. Y lo de los Días de..., es otra cosa pero a mí no me molestan. Es más insultante que los derechos humanos estén en boca de todos y cada vez haya menos. Desagrada profundamente la precariedad de argumentación de un artículo, recorrer cierto camino para no avanzar ni unos metros.