Engrasando bisagras

Hace un par de semanas caía como una bomba la noticia de la venta de las plantas de Alcoa en España.  El presidente del gigante del aluminio, como se le conoce, ya lo venía  advirtiendo hace mucho tiempo: “las plantas son competitivas en todos los terrenos menos en el energético” y llevan años lanzando avisos al Gobierno sobre la necesidad de conseguir una tarifa eléctrica competitiva. Pero los gobiernos, puros mandados (omítase la t por aquello de mantener el decoro en el lenguaje) están habitualmente más ocupados en mantener engrasadas las bisagras de las puertas giratorias por las que aspiran a pasar al dejar el cargo.
Las empresas grandes consumidoras de energía eléctrica  tenían un contrato de interrumpibilidad (con una vigencia de 5 años, renovable) con Red Eléctrica Española para que, en caso de emergencia y necesidad, ésta pudiese desconectarlas de la red y no se provocase un apagón general. Como ahora  sobran centros de producción de energía eléctrica debido a que las centrales de ciclo combinado (las que funcionan con gas natural), construidas a esgalla en la época de la burbuja,  están ahora infrautilizadas por falta de consumo, a los gobernantes que se rifan por seguir gobernando tras el 26J no se les ocurrió mejor cosa que acabar con ese contrato y sustituirlo por las subastas anuales de lo que la REE dice que necesita en caso de emergencia.
Estas grandes explotaciones fabriles desembolsan millonarias inversiones para estar en todo momento a la última en cuanto a las mejores técnicas disponibles, generando simplemente por ello ingente cantidad de empleo. Pues nada de esto parece importar; conculcando las nociones más elementales que cualquier tendero maneja, el Secretario de Estado de  Energía, en lugar de rebajar el precio del producto para vender el stock, se emplea a fondo en subirlo para incrementar las ganancias. Así, ¿cuál es la empresa gran consumidora de energía que habiendo tenido el contrato de interrumpibilidad, que le proporcionaba un precio competitivo en cuanto a energía eléctrica, ya no tenga la certeza de que al año siguiente pueda disfrutar de las mismas condiciones, va a acometer nuevas inversiones, situando sus costes fuera del mercado? Ninguna en la que los gestores tengan dos dedos de frente.
Y esto es lo que hay con la connivencia de los políticos que hasta ahora han estado al frente de la nación, engrasando los goznes de su puerta giratoria: legislan cargándose la industria básica gran generadora de riqueza y de puestos de trabajo estables y de calidad. La consecuencia inmediata es que disminuye el consumo de la energía eléctrica por desplazamiento a otros lugares más propicios para estas industrias gran consumidoras de energía. 
Alcoa, hechas todas las advertencias, decide no seguir perdiendo tiempo ni dinero. Era de esperar que si no echaba el cerrojo, como otras grandes ya hicieron por idéntico motivo, se iría a dónde le pongan condiciones más favorables, colgando el cartel de “Se Vende” ¿A quién le puede interesar comprar Alcoa?  A un fondo buitre, que para eso tiene a su favor la legislación laboral de Rajoy, para echar a la calle a todo dios por un par de billetes si con el nuevo Gobierno no se entiende mejor y consigue otro precio.  Si no lo consigue, a ver qué napias se hace con todas las plantas eléctricas…
Este Gobierno se centró en el Déficit Tarifario, gran herencia de Aznar, quién ideó congelar los precios para ganar las elecciones sin importarle ni calibrar nada más y en lugar de negociarlo con las Entidades Financieras, se lo endilgó enterito a las costillas del consumidor final, que paga el precio de la electricidad como uno de los países más caros de Europa (23,7 euros), teniendo por delante solamente a Dinamarca (30,4 euros por cada 100kWh), Alemania (29,5 euros), Irlanda (24,5 euros) e Italia (24,3 euros). 
Y ya que estamos en campaña, ¿qué se puede esperar de políticos y partidos que han demostrado que el que no es corrupto, es simplemente tactista, interesándoles nada más que conseguir la poltrona inmediata primero y traspasar una puerta giratoria después? 
Mientras el país se va yendo al garete, la propuesta puede ser comprar (con dinero público, claro, de Juan Pueblo)  las ruinas industriales resultantes,  reconvertirlas en Museo de cualquier cosa después (que haya que mantener entre todos también) y al grito preferido, exultante y jubiloso de la Ministra de Empleo, “¡Viva la Vírgen del Rocío!”, el que venga detrás, que arrée.
 

Engrasando bisagras

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