Japón se fue de la Comisión Ballenera Internacional, tras treinta años de moratoria sin cazar cetáceos, y matará 227 ballenas en 2019. Le quedan seis meses para lograr su objetivo. Pero los eficientes japoneses, que matan como dios, seguro que lo lograrán. Les dará igual que sean rorcuales azules, cachalotes, ballenas francas, corcovadas, o grises; las apiolarán igual. Ellos, que deberían ser los mayores expertos del mundo en ballenas, pues las mataban por “interés científico”, ahora, famélicos, las cachizarán para comérselas porque ya están hasta los cojones de estudiarlas. ¿También volverán a las masacraos de delfines a millares para hacer pinchos? Viendo cómo esquilmaron el atún rojo en el Mediterráneo, o a los tiburones para cortarles las aletas y hacer sopa con ellas, la verdad es que estoy hasta los huevos de esa chusma yakuza marinera. Mientras estos cabrones las matan para hacer churrasco con ellas, o venderlas en latas como si fueran parrochas, otras gentes más civilizadas van a contemplar y disfrutar de su presencia. A pesar de ser mamíferos muy inteligentes, los cetáceos no sabrán si vendrán ecologistas a mirarlas, o japos a matarlas a cañonazos. Como a las moscas.