Más de la mitad de los españoles no sabe quién es Miguel Ángel Blanco. Ni Ortega Lara. Ni Irene Villa. No tiene la más remota idea de a cuántas personas mató ETA. No hablamos del número exacto, sino de que no sabe si fueron tres o tres mil. A uno de cada dos jóvenes no le suena de nada el atentado de Hipercor e incluso la mayoría cree que la banda terrorista sigue en activo. Este episodio de la historia de España no tiene cabida en los planes de estudios de institutos o universidades. Quizá porque se piense que la herida está demasiado reciente o porque se tema que suponga la apertura de un nuevo frente. Sea por lo que sea, lo cierto es que se une la mala memoria con la falta de información. Y con eso se pierde contexto y capacidad para entender ciertas realidades y para saber quiénes somos. Esconder la historia no puede ser una buena opción. Y corremos el riesgo de que lo que se conozca sea una versión falseada.