Ferrol y el futuro

s una realidad conocida el hecho de que a día de hoy un ayuntamiento necesita una gestión profesional, pues no deja de ser una empresa, en este caso pública.
Una empresa que paga nóminas, contrata servicios, gestiona recursos humanos y materiales, recauda ingresos vía impuestos, tiene presupuestos, objetivos; debe tener un plan de negocio, en este caso un programa de gobierno; regularmente rendir cuentas al contribuyente -el accionista-. Es además una empresa especial al gestionar la seguridad ciudadana, vía policía local y ser su objetivo prestar los servicios básicos para mejorar la vida del ciudadano.
Atendiendo a estas circunstancias, estaríamos equivocados si pensamos que cualquier persona, por el hecho de estar en política, es válida para administrar recursos millonarios aportados por todos. Si la formación de un alcalde y tipo de la misma, reglada o no reglada, es una de las cuestiones a valorar; la experiencia es el factor clave a tener en cuenta. 
Ninguna empresa contrata a un gestor sin un perfil profesional adecuado. No todos valemos para dirigir, asumir responsabilidades y gestionar equipos de personas; no todos valemos para ser alcaldes aun siendo activistas destacados en la política, sus mítines o sus ideas de uno u otro signo.
Es evidente que a un candidato no se le pueden pedir beneficios y mejoras para la ciudad cuando en muchos casos superan el ámbito local trascendiendo al provincial, al autonómico o estatal; pero sí su interés, seguimiento y gestiones para impulsarlas y lograrlas, sin olvidar responsabilidades directas como saneamiento, tráfico o urbanismo.
Si la labor de un alcalde es compleja y fundamental para la prosperidad de una ciudad, más lo es en una urbe donde históricamente se capean crisis y últimamente está instalada en una de largo recorrido.
Ferrol, una vez creada y ya no necesitada por el Estado, es una ciudad olvidada a su suerte, vilipendiada y engañada sistemáticamente por la clase política en general, tanto nacional como autonómica a lo que también coopera un porcentaje significativo de ciudadanos con una mentalidad negativa que se regodea en el victimismo; ante la conocida afirmación de que aquí “no hacen nada” habría que pensar en “que hago yo, que hacemos cada uno de nosotros” para mejorar, emprender y lograr de una vez por todas salir del tobogán del pesimismo.
En estos años los avances, puramente de ámbito local “ni están ni se les esperaban”. Una peatonalización del centro incompleta con actuaciones ya planificadas como las de las calles San Francisco, Espartero, Iglesia, Pardo Bajo sin realizar; una total pasividad a la hora de buscar alternativas para el vehículo, incluso cerrando aparcamientos, circunstancia imposible en cualquier otra ciudad, son muestras, aunque no las únicas, de que los problemas empiezan por la dejadez y desinterés por Ferrol de una buena parte de nuestros propios políticos actuales.
Mantenimiento de zonas verdes, limpieza y recogida de basuras, oficina de atención ciudadana y más servicios en el aire, por carecer de un contrato actualizado, son más ejemplos. 
Un recorrido por el parque del Montón, paseo marítimo de Caranza, Acuaciencia, mercados municipales, Ferrol Vello, abandonadas instalaciones feriales –las primeras que se crearon en Galicia- nos mostrará la cruda realidad. En esta situación, al ciudadano, sin ser Aristóteles, le cuesta entender que el Ayuntamiento presente “superávit en sus cuentas”.
Sí ya en cuestiones puramente locales vemos la situación, habría que preguntarse, aun no siendo una competencia exclusiva de la Corporación, que gestiones se hicieron y sus frutos respecto a abrir Ferrol al mar –recordemos que dentro de esta actuación el derribo de la nave provisional del mercado central es una cuestión puramente local- reurbanización del entorno del Sánchez Aguilera y estaciones de tren y autobuses, reconversión de la avenida de As Pías, mejoras en el trazado ferroviario, etc. 
En los próximos cuatro años, si una vez más no nos engañan, la construcción de las nuevas fragatas para la Armada –ahora nos dicen que hay un retraso de casi dos años- serán un punto de inflexión para poder abandonar la crisis y buscar la ansiada diversificación industrial. 
Un alcalde profesional, con experiencia en gestionar, que sufra por su ciudad, que tenga claro su programa, propuestas y que las de a conocer será imprescindible si queremos avanzar. Una vez más depende de nosotros, depende de nuestro voto.

Ferrol y el futuro

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