Venturoso futuro

La verdad es que es un gusto comprobar la carga de trabajo que tiene Navantia para los próximos años. Dos grandes programas destacan por encima de todos, y son la construcción en Ferrol de las fragatas F-110 y las corbetas para Arabia Saudí en los astilleros de la bahía de Cádiz.
Si bien el primero de los encargos es fruto lógico del tiempo, pues la Armada necesita sustituir a las fragatas de la clase F-80 que llevan ya más de treinta años de servicio, las corbetas son el resultado del esfuerzo de la antigua dirección de Navantia por captar nuevos contratos.
También estos días hemos visto con satisfacción la visita a la India de nuestro ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, apoyando la acción comercial de Navantia en la liza que mantiene con la firma gala “Noval Group” para la construcción en los astilleros locales de cuatro buques de proyección estratégica basados en el Juan Carlos I.
Pero Navantia ya es mucho más que barcos, y así, también hemos celebrado estos últimos días la adjudicación para la construcción de una subestación eléctrica para Noruega. 
La otra área productiva, la de reparaciones, no para de darlos alegrías en los últimos años, y aquí nos hemos encontrado ante la paradoja de que ahora son los Populares los que quieren llevar adelante la construcción de un dique para nuestra factoría, cuando durante el tiempo que gobernaban se negaron a ello aduciendo que la crisis financiera hacía inviable el proyecto. Que hartos estamos del oportunismo político. En fin. 
Pero quizás el reto más importante con el que se enfrenta Navantia sea la modernización de sus instalaciones y la transformación digital. 
El Plan Estratégico de Navantia, sacado adelante por la presidenta Susana de Sarriá Sopeña, es la base con la cual el astillero se va a poder afrontar todos estos retos. Nadie puede negar que desde que llegó, la presidenta, gracias a su cercanía y a su disposición de hablar con todo el mundo, ha conseguido en pocos meses lo que otros equipos directivos no lograron en años: la necesaria e imprescindible paz social.
La “guinda” a este pastel deberá de ponerla el programa de los submarinos clase S-80 que se están ultimando en Cartagena. Si aquellos logran alcanzar las expectativas depositados en ellos desde un punto de vista operativo, todos los años invertidos en su desarrollo habrán merecido la pena. Siempre hemos defendido la tecnología propia a la extranjera, pues si bien hay que invertir muchísimo dinero en I+D+I, las sinergias que producen quedan directamente reflejadas en el nivel competitivo del tejido empresarial y productivo de toda la nación.
Hoy pues, podemos estar orgullosos y esperanzados con el futuro de Navantia. Ahora toca trabajar.
 

Venturoso futuro

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