Mantener una vida sexual activa durante la menopausia no solo aporta placer, sino que también puede tener efectos positivos en la salud íntima femenina.
Muchas mujeres experimentan molestias como sequedad, irritación o dolor en la zona genital durante esta etapa, pero la frecuencia y calidad de las relaciones sexuales parecen jugar un papel importante en aliviar estos síntomas y mejorar el bienestar general.
Un nuevo estudio publicado en Menopause, la revista oficial de la Menopause Society, revela que practicar sexo de forma habitual puede mitigar significativamente los síntomas genitales asociados a la menopausia, como sequedad, irritación y dolor vulvar.
La investigación, que incluyó a un total de 900 mujeres con edades comprendidas entre 40 y 79 años, distingue entre quienes informaron actividad sexual en los últimos tres meses («actividad regular») y quienes la tenían sólo en los últimos 12 meses.
Los resultados mostraron una reducción notable en la prevalencia de síntomas del síndrome genitourinario de la menopausia (GSM), como escozor, irritaciones y dolor, entre las mujeres sexualmente activas recientemente.
Además, sorprendentemente, la capacidad de alcanzar el orgasmo y el grado de satisfacción sexual permaneció constante a través de las distintas décadas de edad, a pesar de un descenso en aspectos como el deseo, la excitación o la lubricación.
El GSM se caracteriza por una caída de los niveles de estrógenos tras la menopausia, lo que provoca alteraciones genitales, vaginales y del tracto urinario, que afecta a la calidad de vida. La prevalencia y la gravedad de estos síntomas disminuyen entre quienes mantienen relaciones sexuales frecuentes.
La doctora Monica Christmas, de la Menopause Society, destaca que solo el 2,9 por ciento de las participantes utilizaban terapia hormonal vaginal de baja dosis, una opción segura y eficaz para aliviar estos síntomas.
Recomienda considerar esta terapia, independientemente de la actividad sexual, y tratar los síntomas genitales como una parte esencial del bienestar global.
Aunque es frecuente que el deseo sexual disminuya con la edad, algo contrastado por la disminución de puntuaciones en aspectos del Índice de la Función Sexual Femenina (FSFI - Female Sexual Function Index) como deseo, excitación y lubricación, estudios recientes sugieren que el placer —reflejado en orgasmos y satisfacción— no decae con la misma fuerza, manteniéndose firme incluso en décadas más avanzadas.
Por ejemplo, investigaciones en neurociencia confirman que la capacidad de disfrutar de experiencias sexuales persiste gracias a la conservación de conexiones neuronales relacionadas con el placer y la recompensa, incluso en edades maduras.
El estudio enfatiza la importancia de diagnosticar y tratar el GSM, no solo en mujeres con actividad sexual, sino también en quienes no la practican, ya que los síntomas pueden afectar igualmente.
La sexualidad, en este sentido, se convierte en una herramienta tanto preventiva como terapéutica: la introducción de relaciones íntimas frecuentes puede contribuir a preservar la salud genital y mejorar la calidad de vida durante el climaterio.
Este descubrimiento subraya el papel terapéutico de la sexualidad en la salud femenina durante y después de la menopausia.
Mantener una vida sexual activa puede constituir una suerte de "mediación natural" contra los síntomas genitales vinculados al GSM. En combinación con tratamientos hormonales tópicos cuando sean necesarios, esta práctica ofrece un camino integral hacia el bienestar.
La ciencia, una vez más, pone de relieve que el placer no sólo es satisfactorio a nivel emocional y relacional, sino también un aliado para la salud fisiológica y el envejecimiento saludable. Un enfoque holístico que combina sexualidad consciente y asesoramiento médico adecuado puede marcar la diferencia en la experiencia de la menopausia.