si tuviera que calificar de alguna manera a Yolanda Díaz, actualmente ministra y vicepresidenta del Gobierno español, no sabría cómo hacerlo. Diría que se trata de una política a la que podría definir, siguiendo sus propias determinaciones laborales desde su Ministerio, como fija discontinua. Y lo hago teniendo en cuenta la trayectoria que lleva en los últimos tiempos desde que saltó de las redes políticas gallegas hasta alcanzar las que se manejan en la capital del Estado. Sus fijezas discontinuas -Congreso, Ministerio y Vicepresidencia - hay que trasladarlas a las distintas elecciones registradas en nuestro país en las que en cada nueva ocasión conseguía peores resultados para su proyecto de Sumar .En las convocatorias electorales dejaba en jirones una gran sangría de votos con un calco casi matemático de resta, que es lo que lleva haciendo en este tiempo en el que pretendió alumbrar una alternativa de izquierdas a los socialistas, sumando partidos y coaliciones que nunca estuvieron muy conformes con la manera en la que pergeñó esa especie de mar revuelto de intereses personales y partidistas en lo que se convirtió Sumar, al que ahora deja desde su cargo de máxima responsabilidad , pero sin perder sus poderes dentro del equipo ejecutivo/directivo.
En un artículo anterior insistía en que la ministra dio el salto desde el ejercicio profesional de la abogacía en temas relacionados con lo laboral, para ir ascendiendo, con una carrera que estaba perfectamente diseñada, peldaño a peldaño en su trayectoria para alcanzar una Vicepresidencia del Gobierno y un Ministerio. Mientras que conseguía la fijeza como discontinua en estos cargos mantenía una larga y extensa batalla por ser la lideresa de una coalición electoral que, según decía, estaba llamada a conseguir grandes resultados e importantes logros. En su afán de protagonismo, y de alcanzar las cotas más elevadas de poder partidista y político, dejó en el camino a muchos de sus compañeros.
Yolanda Díaz supongo que tendrá que trabajar internamente dentro de esta coalición -no abandona los cargos ejecutivos de Sumar- para determinar y poner sobre el tapete de los votantes el futuro que le espera con una iniciativa de estas características, que tiene grandes signos de desgaste y demasiados protagonismos, empezando por ella misma.
A la política gallega le vuelvo a recordar que comenzar desde abajo es una de las grandes experiencias de las que siempre hablan los políticos. Con Sumar comenzó desde la cima dejando en el camino algunos amigos y enemigos que es de esperar que cuando puedan le van a pasar factura. Ni las Mareas, ni otros inventos políticos como el de ahora y de parecidas características, la sacarán del pozo electoral en el que se encuentra en estos momentos. Porque sumar, lo que se dice sumar nada de nada. No verlo así significa que se puede padecer ceguera política en forma de los resultados que otorgan los votos.
El camino de fija discontinua se puede acelerar para Yolanda, aunque el único que puede hacerlo es el presidente de Gobierno, porque ella si sigue manteniendo el poder dentro de Sumar dispone de un importante seguro político para la gobernabilidad en forma de votos necesarios. Es el juego político en el que la suma de distintas ideologías buscan un fin, que no es otro que seguir al frente del Ejecutivo.