Supongo que muchos lectores recordaran, como yo, una serie televisiva, emitida en los años 80, sobre una comisaría de policía, que llevaba por título, en español, “Canción Triste de Hill Street”, siendo el original “Hill Street Blues”. Una mala traducción, a mi juicio, ya que hubiera sido más adecuada titularla “Nostalgias de Hill Street”.
Viene esto a cuento porque, hace unos días, entré en la Redacción de ”Diario de Ferrol”, con sus redactores, a pleno rendimiento, ante sus mesas de trabajo. Me vino a la mente, cuando décadas atrás comenzaba yo mi andadura periodística en “Ferrol Diario”, sito entonces en la Plaza del Río del Tronco nº 1. De ahí, la evocación nostálgica del título de mi artículo.
Era yo un jovenzuelo de 20 años, que ejercía en el periódico de ”bonne a tout faire”; es decir, de “chico para todo”. Lo mismo corregía pruebas, que manejaba la fotograbadora, que trabajaba en el archivo, etc. Y todo ello sin perjuicio de mi trabajo como reportero, entrevistador, informador de sucesos, columnista, etc. Asimismo, telefoneaba a la mayor parte de los centros oficiales de Ferrol, para actualizar la página de Agenda local. Llamaba a la Policía municipal o gubernativa, para los sucesos; al Observatorio de Marina de Monteventoso, para el parte meteorológico, el orto y ocaso y las mareas; al Puerto, para el movimiento de buques; a la Casa de Socorro de San Javier, para información sobre heridos en accidentes de tráfico u otros. Ahí fue cuando aprendí lo que era una fractura conminuta, que, al principio, me sonaba a chino. Supe que es cuando un hueso se fractura en dos o más fragmentos.
Sin embargo, en lugar de telefonear, acudía yo, casi a diario, a la Casa Sindical, en el Cantón de Molíns, sede de los sindicatos verticales del régimen franquista. Allí también te entrevistabas, sigilosamente, con dirigentes clandestinos de los nacientes sindicatos de Comisiones Obreras, que te daban noticias de lo que realmente ocurría en las empresas. A este respecto de esto, mi compañero Mario Couceiro, excelente periodista, escritor y poeta, me dedicaba algunos simpáticos ripios, como aquel que decía:
–¿A dónde vas, Rafaelito, con el traje de folgar…?
–Voy en busca de noticias a la Casa Sindical…
Por cierto, que estas visitas a Sindicatos te obligaban, a veces, a “visitar” a la Brigada Politico-Social. Pero esta es otra historia, que ya relataré…