En la presentación del plan de regeneración democrática para “acabar con los bulos, la desinformación y la máquina del fango”, el presidente del Gobierno dejó caer insidias sobre los medios de comunicación, como si fueran enemigos de la democracia y los culpables de la presunta corrupción que hay en su ámbito familiar y en su partido.
Parapetado en el “Reglamento Europeo sobre Libertad de los Medios de Comunicación”, de directa aplicación, que defiende la transparencia e independencia de la prensa contra injerencias extranjeras, Sánchez creó una atmósfera de intimidación a los medios que no se pliegan al relato oficialista y cumplen con la función de informar y fiscalizar al Gobierno. Es curioso que su preocupación por los bulos y noticias falsas apareció cuando se publicaron “noticias verdaderas”, nunca desmentidas, sobre su entorno familiar.
El poder político busca siempre ejercer un control de medios y periodistas y usa todas sus armas, como esos 100 millones de ayudas que repartirá a discreción, para minar su independencia y libertad. En esta línea, el presidente está empeñado en neutralizar a los que no son adictos a su causa impidiendo que cumplan con su función de “contar lo que no le interesa al Gobierno que se publique”.
Hay que recordar que el presidente llegó al poder para acabar con la corrupción y seis años después plantea la regeneración democrática solo para la prensa a la que pone en el punto de mira. Conociendo su trayectoria, es una contradicción porque, ¿cómo puede regenerar la democracia quien ha fomentado su degradación? ¿Cómo puede hablar de bulos quien más ha mentido en la historia reciente de España? ¿Cómo puede acosar y amordazar a la prensa crítica quien ha colonizado RTVE y la Agencia Efe, medios públicos que son el paradigma de la parcialidad?
El presidente sabe que la existencia de prensa independiente forma parte de la esencia de la democracia que no puede existir sin informaciones libres y opiniones plurales que cumplen, entre otras, la función de ser contrapeso del poder. Sus límites están bien definidas en la Constitución y en el Código Penal, por tanto, no necesita regulación alguna del Gobierno, tan solo que no coarten su independencia, ni impidan el flujo permanente de información libre y diversa. En palabras de Thomas Jefferson, tercer presidente de EE.UU, es preferible “prensa sin Gobierno que Gobierno sin prensa”.
También debería saber el presidente que la prensa sobrevivirá a los políticos que tienen fecha de caducidad, aunque quieran perpetuarse en el poder. Los medios seguirán publicando la historia continuada de nuestra cultura, seguirán levantando noticias, como las del entorno del presidente, y controlando al poder. Así es como prestan el servicio que la sociedad demanda de ellos y son la garantía de que contemos con una democracia sana.