En 2016 mandaba en Filipinas Rodrigo Duterte, un tipo de formas autoritarias que en vísperas de la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en Laos, cuando los periodistas le preguntaron sobre las críticas del presidente Obama a su cruzada contra la droga, llamó “hijo de puta” al mandatario americano y después de la airada reacción de este dijo “no entiendo como se lo toma como un insulto personal, yo no quería ofenderle”.
Los gobernantes españoles son más “listos” que aquel histriónico presidente filipino y saben por qué se enfada Argelia. La secuencia de los hechos es conocida: acogida a Ghali, invasión de Ceuta, espionaje -¿chantaje?- al presidente, entrega del Sahara a Marruecos en decisión personal, sin consenso interno, la imagen de debilidad y ridículo de España… Una sucesión de acontecimientos que asombran al mundo diplomático, político, económico y social.
El hecho cierto es que mientras el presidente Sánchez daba sus “no explicaciones” en el Congreso del por qué había entregado el Sahara a Marruecos, Argelia emitía un comunicado rompiendo el Tratado de Amistad y todas las relaciones comerciales con España, con graves consecuencias económicas y sociales.
Fue entonces cuando el ministro de Exteriores mostró su sorpresa por esa airada reacción argelina y trató de convencernos de que Argelia, “es un país serio, cumplirá los acuerdos firmados”. En lenguaje coloquial, vino a restar importancia a una respuesta que creía visceral, como creía el presidente filipino había reaccionado Obama. Pero, por si acaso, España pidió protección a Europa y Argelia rectificó. Permítanme una broma: oí contar el caso de un individuo al que sorprendieron refocilándose en cama ajena y cuando los amigos se enteraron de la aventura le preguntaron: “Y tú, ¿qué hiciste?. Yo, negar!”, contesto el sujeto.
Bueno, pues tras la llamada al orden a Argelia por la UE, parece sensato y lógico que las autoridades de este país negaran, como era obligado, tal ruptura de relaciones con España.
A partir de ahí, agraviados por el cambio de postura sobre el Sahara en decisión unilateral no explicada, ejercerán su venganza implacable congelando transacciones económicas, cambiando de socios preferentes, subirán el precio del gas y darán vía libre a las pateras.
En el programa Galicia por Diante de la Radio Galega, Silvia Pereira que conduce ese informativo con una solvencia admirable, entrevistó a Jorge Dezcallar y el veterano diplomático remató su intervención diciendo que una buena política exterior necesita “instituciones fuertes, economía robusta y tener claro el rumbo a donde se quiere llevar al país”. Ahí lo dejo, saquen ustedes conclusiones.