Quijotes sin raqueta

me han parecido incongruentes las declaraciones hechas por distintos políticos poco después de que fuera expulsado de las tierras australianas el tenista Novak Djokovic.

Algunos de ellos, en un arranque de arrimar el ascua a su sardina, señalaban que el tenista que ostenta el número uno del ranking mundial sería bien recibido en el torneo que se disputará en la capital de España. Abrir las puertas a un tenista que es negacionista de las vacunas, con alfombra roja incluida, me parece un gran error.

De hacerlo el torneo no estará a la altura de los de la misma categoría a nivel mundial –Francia, Inglaterra o Estados Unidos– que consideran de obligado cumplimiento estar al corriente de todo lo relativo a la vacuna sanitaria para combatir el virus tan demoledor y que ha ocasionado miles de muertos en nuestro país.

A los políticos se les suele calentar la boca en un momento determinado. En este caso lo hicieron en la peor de las situaciones cuando el serbio tomaba un avión para salir hacia otro país y retornar a su tierra natal. No me vale el argumento de la potencialidad del torneo con el número uno del mundo, ni tampoco los beneficios turísticos y económicos.

La legalidad es para todos y las excepciones no se deben permitir en algo tan contagioso como es el virus que mantiene a muchas personas en las unidades de cuidados intensivos, en camas hospitalarias o en cuarentena, para que permitamos que un negacionista pueda poner una pica en España. La salud de las personas está por encima de los intereses económicos o turísticos. Con la salud no se juega.

Y finalizo señalando que admiro al tenista pero desprecio con todas mis fuerzas a la persona.

Quijotes sin raqueta

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