Se quema el monte

Un verano más las aldeas, pueblos y ciudades son víctimas de las llamas. Se quema el monte. Los incendios queman nuestros montes, bosques, fincas, y viviendas particulares por culpa de la falta de voluntad política y social para adoptar, con valentía, medidas contundentes para la prevención, trabajando durante todo el año con un plan definido y con los protocolos necesarios para generar riqueza con empleo estable y de calidad y al mismo tiempo cuidando nuestro entorno natural. 
 

En los años sesenta y anteriores era muy extraordinario que se produjese algún incendio forestal con la virulencia y los dramáticos efectos que sufrimos actualmente. La mayoría de los vecinos cuidaban los montes. Los propietarios se preocupaban de limpiarlos de maleza y los municipios o las propias comunidades de montes hacían lo mismo, de manera organizada y eficaz. Los paisanos eran conscientes de que con su trabajo dependía su supervivencia y la de sus familias. 
 

La mayoría de los políticos y gobernantes se acuerdan de los incendios cuando se producen para acudir, arduos y veloces, a las zonas afectadas y sacarse la foto mientras prometen medidas. Así todos los años porque no tienen pizca de vergüenza, mientras nuestros montes se continúan quemando.   
 

La mayoría de los municipios, las comarcas e incluso la propia Xunta de Galicia, quién tiene competencias en la materia, contratan peones forestales únicamente para las labores de extinción pero no se realizan trabajos de prevención, limpiando los montes y las zonas arboladas a lo largo de todo el año. Las condiciones laborales del personal son precarias y los salarios apenas superan el salario mínimo interprofesional. Incluso los utilizan para realizar labores que no son de su competencia. 

Se quema el monte

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