En qué quedamos...

Llevamos años y años escuchando la letanía de lo importante que es estar integrados en Europa. Nos han vendido la globalización como ejemplo de progreso nunca visto y a todos los que ponían dudas sobre la mesa se les tildaba de “eurófobos”. Una empresa de origen español, Ferrovial, ha decidido por mayoría aplastante de sus accionistas trasladar de sede a Países Bajos, Europa, por cierto, pero el gobierno de Sánchez montó la mundial y llamó “antipatriotas” a los propietarios de la empresa por su decisión legal y ventajosa para la empresa y sus accionistas. 
 

No conforme con el insulto, el mismo gobierno amenazó con echarles encima a la Agencia Tributaria para crujirlos a multas si fuera menester. La amenaza de por sí es repulsiva pues, a mi juicio, supone una utilización cuasi mafiosa del estado contra una empresa privada que toma sus decisiones en función de sus legítimos intereses y a la que, por cierto, no le afectó pues sus accionistas apoyaron masivamente la decisión tomada y los mercados refrendaron su apoyo. ¿Es bueno que la empresa cambie su domicilio? Entiendo que reputacional mente para España no es lo mejor, pero el gobierno solo se preocupó del asunto cuando la decisión estaba en un grado muy avanzado y ya no había marcha atrás. Ferrovial quiere cotizar en los mercados de EEUU y eso, hoy por hoy, no es posible desde España, ni técnicamente ni jurídicamente y esta es la primera razón de la compañía. Además, la calidad crediticia como país de España está muy alejada de la de Países Bajos, ellos gozan de triple A y nosotros solo de A. Y finalmente, el ambiente generado desde el gobierno contra los empresarios españoles tampoco ayuda. No olvidemos que la parte comunista del gobierno puso, con nombres y apellidos, a caer de un burro a empresarios españoles, a los que llamó “capitalistas despiadados”, “usureros” o “delincuentes” y claro, con estos antecedentes, es de esperar que el empresariado reaccione. A la reacción del gobierno solo le faltó la amenaza de “nacionalizar” la empresa, como hacía Chávez en su empobrecida Venezuela y la cita es oportuna porque en el país caribeño ya pasaron procesos similares que acabaron con empresas “escapadas” o arruinadas y, obviamente, los empresarios huyen de esos ambientes. Por lo tanto cabe preguntarse, ¿en qué quedamos?  Si la globalización era tan buena y la libre circulación de personas, mercados y capitales fue aplaudida por casi todo el arco parlamentario europeo por qué ahora se insulta y censura a Ferrovial por adaptarse a la globalización que los mismos que ahora los lapidan antes aplaudían. No tiene sentido y además es irresponsable cuando, precisamente, Sánchez será presidente de la UE dentro de unos pocos meses. La actuación de la multinacional tuvo un error no sé si calculado o no, que fue referirse a la seguridad jurídica de Países Bajos dejando a la libre interpretación de cada uno si España no goza de esa seguridad jurídica, pero claro, el gobierno Sánchez aprobó un impuesto a las grandes fortunas en diciembre del pasado año ¡con carácter retroactivo! De tal suerte que las empresas y los empresarios no pudieron contemplar en sus presupuestos esa carga añadida sin previo aviso. Cualquier empresa europea puede operar en cualquier territorio de la Unión y Ferrovial seguirá actuando en España y pagando aquí impuestos por que le protege la ley. Si se quiere captar capital y empresas, el camino elegido por el gobierno Sánchez es equivocado, el empleo deben generarlo los empresarios, lo otro es engordar los costes de estado.

En qué quedamos...

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