Puesto que más del 75% de todas las dosis se han administrado en los países de rentas más elevadas, mientras que los de más bajos ingresos apenas han recibido toma alguna, cuando en realidad todos somos frágiles. Por eso, estamos llamados a reconsiderar posturas absurdas y a reconocer, bajo el desafío diario de sobrevivir, que nos encontramos para darnos aires entre sí. Nuestra interconexión es una situación palpable. Sin embargo, no paramos de sellar fronteras, de activar frentes, cuando ni el propio virus entiende de términos y sobrepasa contornos. Nadie estamos libres de sufrirlo en propia carne.
Muchas veces nos falta conciencia cooperante y así, con esa carencia de ética, tampoco podemos avanzar hacia un renacimiento viviente, donde todos nos sintamos amparados. Es evidente que la epidemia ha empeorado este espíritu desigual, acrecentando el número de personas desprovistas de atención sanitaria, empleo y redes de seguridad social. Mal que nos pese, continuamos careciendo de humanidad y encima nos hemos endiosado. La falsedad, que es tan arcaica como el universo de la palabra, nos ha legado un espíritu contradictorio, que requiere la mirada de un nuevo corazón.
En efecto, estamos llamados a un nuevo renacer, más allá de cualquier efecto paralizante y la sombra de la escalofriante crisis actual de valores que sacude por todo el orbe. Quizás tengamos que volver a la raíz del amor verdadero, a la fuerza de esa expansión donante que nos falla en tantas ocasiones, al desarrollo de un andar más responsable consigo mismo y hacia los demás. Fuera ese mundo de hipocresías, de apariencias mundanas, que no entiende de deberes en el entramado social y que tampoco activa obligación alguna, sumidos a veces en la esclavitud más bochornosa.
Confiemos en que este abecedario opresor pase al destierro, y que a medida que los moradores del planeta orienten sus caminos hacia un modelo de desarrollo de competencias, basado en el aprendizaje permanente para el futuro del trabajo, rompa también cadenas y reúna brazos para responder a las
complejidades del momento que vivimos.