España pinta lo que pinta en el desafinado concierto de las naciones, y ojalá que en esta horrísona pieza que se está tocando en la frontera de Ucrania, España pintara aún menos de lo que pinta, y no pintara nada. Por desgracia, las necesidades defensivas (nuestro ejército es la OTAN) y la irrenunciable adhesión al Derecho Internacional que consagra la soberania y la inviolabilidad territorial de las naciones, nos obligan a pintar más de lo que quisiéramos, bien que, por nuestra seguridad y en sintonía con nuestra vocación mayoritariamente pacifista, en plan más de discreto y simbólico acompañamiento que otra cosa.
Las explicaciones que dio la otra tarde el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, sobre la actitud de nuestro gobierno ante el conflicto, no convencieron, al parecer, a casi nadie, y es probable que tampoco al propio Albares. Se trata, éste de la brutal amenaza de ataque de Rusia a Ucrania, de un marrón sobrevenido, pero que no podemos decir que ni nos va ni nos viene. Lamentablemente, ya digo, el pacto de defensa mutua y colegiada al que estamos adheridos, nos obliga, y más cuando una potencia externa, que, por cierto, no se anda con chiquitas a la hora de interferir analógica y digitalmente en los destinos de otros países, exige, blandiendo el garrote de sus misiles y sus tanques, poco menos que la disolución de ese pacto, esto es, que la OTAN pregunte a Putin quién puede y quién no, y dónde, y cómo, pertenecer a ella.
A España no se le ha perdido nada en ninguna guerra, donde todo es perder, vidas, bienes, civilidad, pero hay una en ciernes, y no tan en ciernes (Donbass), en la puerta de Europa, es decir, en nuestra puerta, y a ver qué demonios puede decir el ministro Albares. Lo que dijo: que no haya, que no estalle, pero que lo mismo se necesita, para ello, su poco de disuasión. Ahora bien; disuadir a Putin para que no aproveche la actual debilidad y desunión de Estados Unidos y de la Unión Europea para hacerse con Ucrania y reintegrarla al Imperio Ruso o al de la URSS, se antoja tan difícil como necesario si no se quiere perder de antemano, ya no la guerra, sino la paz.
La oposición, tan tosca de ordinario y tan agropecuaria últimamente, se ríe del presidente Sánchez porque no le invitaron a la reunión “online” que ha tenido Biden con los países miembros del G-7 y el representante de la Unión Europea. Qué poco pinta, le dice la oposición de derecha, y lo mismo, afortunadamente, es cierto. Y menos que nos gustaría pintar.