En la batalla de Verdún de la Primera Guerra Mundial nació la expresión “Ils ne passeront pas” para significar la determinación de defender las posiciones contra el enemigo. Años más tarde, en la Guerra española la recuperó Dolores Ibarrúri “La Pasionaria” con la forma “No pasarán” en un encendido discurso para cortar el paso a los sublevados contra el orden establecido.
Desde entonces, esas dos palabras quedaron como lema internacional contra el fascismo y las fuerzas antidemocráticas, que es el sentido que tienen hoy.
Por eso, la expresión “No pasarán” nunca fue escuchada en un país democrático contra el partido de la oposición que es tan consustancial al sistema como el mismo gobierno. La excepción se produjo el día 23 de julio delante de la sede socialista de Ferraz cuando afiliados y simpatizantes de este partido corearon esa consigna contra la derecha democrática del Partido Popular, que es la formación mayoritaria con posibilidades de ser la alternativa al Gobierno de España.
El grito de las huestes socialistas no fue casual, respondía al discurso oficial del partido y del gobierno que buscan aislar al PP al que demonizan como la derechona fascista que “disfruta recortando derechos y masacrando a los españolas”.
El segundo objetivo es su líder al que el Gobierno ningunea como jefe de la oposición negándole toda información sobre asuntos de Estado y quiere destruir como político para impedir que lidere la alternativa al gobierno y aniquilarlo como persona, con descalificaciones e insultos que reflejan una falta de educación y de respeto personal e institucional que jamás sufrieron los líderes de la oposición de los países de nuestro entorno.
Es de primero de bachillerato saber que corresponde a la oposición fiscalizar la gestión del gobierno y presentar iniciativas y proyectos aportando otras formas de solucionar los problemas para que los ciudadanos vean en ella la alternativa a la que pueden entregar el poder en los siguientes comicios. Pero el Gobierno, arropado por aliados políticos y mediáticos, no solo niegan a la oposición el derecho a fiscalizar su gestión, le niega hasta el derecho a existir y le acusa de recortar derechos y libertades, una falacia que solo creen los ignorantes.
Esas no son formas democráticas. Por eso, es preocupante y peligroso que un Gobierno demócrata y progresista fomente el “no pasarán” contra el partido de la oposición, que hoy encarna esta derecha democrática como alternativa al Ejecutivo, sin la que no existiría la democracia misma.
Demonizar al adversario político y acusar de reaccionarios y fascistas a los que defienden la Constitución y la igualdad entre los españoles es el primer paso para destruir la democracia.
En esas estamos.