Desde luego la etapa de Sánchez en la Moncloa se recordará por la mala suerte, gafe dicen otros, que arrastra su mandato. Pandemias, volcanes, inundaciones, “danas” o apagones cuando no sombras de corrupciones que cercan a su ministro Ábalos, a su hermano o a su propia mujer darán para una novela de terror basada en hechos reales. Naturalmente, de fenómenos naturales no se puede culpar a nadie, sí de la gestión de los mismos y, en eso, tampoco ha estado muy afortunado el presidente socialista. Tanta desgracia ha puesto a trabajar a tuiteros y creadores de “memes”, muchos de ellos de gran ingenio. Desde aquellos que advertían que desenterrar a muertos no era un buen augurio hasta los que dibujaban un Frankenstein del que no se podía esperar nada bueno. Y aquí estamos. La ciudadanía vive con miedo, con inseguridades de todo tipo porque la falta a la verdad de la que Sánchez ha hecho gala en tantas ocasiones no facilita tranquilidad a la parroquia que ya escucha las palabras de Sánchez sin otorgarles valor alguno.
Tinieblas como las que vivimos el pasado lunes tampoco ayudan al gobierno a darnos mucha tranquilidad, entre otras cosas porque unos días después no sabemos el por qué ha pasado lo que ha pasado y, por lo tanto, vivimos con el temor de que pueda repetirse en cualquier momento. Esto ya merece una reflexión más profunda. El gobierno por boca de su presidente parece querer aferrarse a la posibilidad de un ciberataque, pretendiendo buscar un culpable ajeno a la voluntad del gobierno. Red Eléctrica, última responsable del desastre vivido, lo ha descartado con contundencia, pero, además, es de una gran irresponsabilidad por parte de Sánchez porque el sistema pueda caerse por la acción de un ciberdelincuente nos hace muy vulnerables y siembra incertidumbres que tampoco contribuyen a dar tranquilidad a los sufridores ciudadanos. Pero aquí hay miga. Sánchez, que dice no saber lo que pasó, culpa a las empresas “privadas” y anuncia acciones contra ellas, a su vez, estas empresas dicen que se defenderán en los tribunales. Lo curioso es que Sánchez no hace ninguna mención a Red Eléctrica y lo evita con intención.
Red Eléctrica es una empresa público-privada en la que el estado es accionista mayoritario, de hecho, su máxima responsable es una ex ministra socialista que cobra unos 580.000 euros al año. La señora Corredor, que no se vio en otra igual en su vida, no tiene acreditado el más mínimo conocimiento de energía, es licenciada en derecho su único mérito reconocible es ser militante socialista y haber estado en el gobierno de Zapatero. Esta mujer, poco responsable, guardó silencio los días posteriores al apagón y, cuando habló, fue para decir que “sabían la causa de lo sucedido” para, a continuación, decir que “la causa de lo sucedido no se podría saber hasta que se cruzaran los datos”, una cosa y su contraria en la misma intervención. Dijo otra cosa, que no dimitiría ni muerta y eso se entiende, 580.000 euros al año no se ganan en cualquier trabajo. El sectarismo del gobierno le lleva a colocar en cargos estratégicos a leales al partido y no a personas con contrastada experiencia en el sector. Otra ministra del gobierno dijo hace unos días que la experiencia está muy sobrevalorada y que a los expertos se les hará el caso justo, pero que era más importante otra virtud para ocupar un cargo. Así nos va.
No me puedo creer que votantes socialistas que mantengan su sentido común por encima del compromiso con la secta “sanchista” aprueben muchas de las acciones de este gobierno, lastrado por su naturaleza Frankenstein, por el bajo nivel intelectual de sus ministros (¡22!) y por la obediencia ciega de los palmeros a los dictados del autócrata Sánchez. Por cierto, felicito al obediente fiscal general del Estado, sr. Conde Pumpido por el nuevo empleo de su hijo pequeño en Telefónica. ¿Quién manda en Telefónica? Pues eso.